Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

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El Gran Visir y una berza de pan mojar

Ángel-Antonio Herrera, hoy celebérrimo cronista del denominado periodismo del corazón, inició su carrera profesional apostando doble contra sencillo por el (epidérmico) arte de la poesía. Entre la metáfora y el simulacro verbal siempre resulta más complaciente instalarse en la sonoridad lírica de la hora musa. Tengo en mi haber su libro primigenio -un ejemplar un tanto desgastado que adquirí hace catorce años en los stands de lance de El Corte Inglés de Sevilla-. ‘El demonio de la analogía’ sostiene por título esta obrilla intencional donde Herrera no sólo apuntaba maneras sino que además habitaba ya por los sesgos literarios del hispano Baudelaire en ciernes. Entre el malditismo y la indocilidad. Un entonces veinteañero Ángel-Antonio capaz de apostrofar que “párpado de entreabierta fronda son ahora los jardines” no representa ni de lejos al mero amateur en el nobilísimo arte del negro sobre blanco.

En la página 49 leemos un catálogo de recompensas: “Y también, apremiante, otro invierno te renueva/ los nocturnos signos de tu linaje (…) Y, aunque emisario, reconoces su manto de las copiosas/ nieves que te sabrán cautivo,/ como descubres ya semejante esta noche a aquella/ que te inició al hechizo”. Estos versos me vienen como anillo al dedo porque, en su subtexto, emerge mi percepción -nunca esquiva sino más bien todo lo contrario- a propósito del ímpetu social -posmoderno y castizo a la vez- que define a mi hermano y amigo José Manuel García Cordero ‘Nene’: un jerezano hecho y derecho a carta cabal. Nadie ignore que, entre sus intrínsecas virtudes, despunta esa ancha espalda -siempre en término figurado- por la que indistintamente resbala la crítica huera y hueca como cíclico runrún de fondo -consecuencia natural de su alta capacidad de liderazgo- pero asimismo sobre la que carga en ristre toda la magnánima predisposición de entrega y servicio al prójimo -y a las causas justas- de la que coram populo hace gala.

La alcaldesa Mamen Sánchez ha acertado de pleno: dardo en el meritorio. Su designación como Gran Visir no despliega sino los laureles de este César de la modernidad que empero jamás suelta las riendas de las quintaesencias jerezanas. Contamos a no dudarlo con un Gran Visir que nada quiere para sí y cuyo modus operandi se sitúa en las antípodas del pro domo sua. Nene es un hombre que guerrea no por adornar de melindres postizos su posición pública (pues tales ringorrangos los dejamos para quienes alardean cansinamente de impostores héroes de la acción social). Nene ora et labora -a destajo- para mejorar -dentro de lo plausible y de lo viable- el entorno ciudadano que le ha tocado en suertes. El trajín vertebrador de su vida siempre encuentra la justificación sagrada, la divisa sobrehumana, el vaticinio autobiográfico, en las manos clavadas de un Cristo de perfil barbarizante y melena al viento que expira allí donde la beldad del universo adquiere título de novela de Carson McCullers: ‘El aliento del cielo’.

Me consta que Nene está dejándose la piel en la encomienda. Encarnar al Gran Visir no es peccata minuta. La causa bien merece toda desmesura pasional y todo sobresfuerzo sin goteras. ¡Que las empresas abran sus puertas a esta también responsabilidad corporativa institucional! ¡La ilusión infantil no ha de precederse de medias tintas ni de titubeos ni de pretextos colaborativos! Y, en el ínterin, una berza solidaria a beneficio de la causa del Gran Visir fechada para este próximo viernes 29, a partir de las dos de la tarde, en Bodegas Fundador (amenizarán además actuaciones musicales como las de ‘A tu aire’, Manuel de Pay, coro de la Hermandad del Cristo, Grupo Duende o ‘Los mundos de Yupi’). ¿Te vas a perder, distinguido lector, este encuentro que mismamente es reencuentro de pan mojar? Todo sea, sí, por esas comisuras inocentes, por esos mofletitos de ayer y de hoy, que ya comienzan a sonreír en el alma de niño de esta simpar ciudad de Jerez de la Frontera.

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