GRECIA arde, sin remedio. Esta vez no ha sido Roma. La historia se ha dado la vuelta para traicionar al sistema que surgió en los orígenes de la civilización. El principio del comercio que los fenicios exportaron a todo el mundo con la palabra mercado como fin último del trueque ha hecho que Grecia caiga en su propia paradoja. Ha sido el plural de la palabra mercado el que ha empujado a las principales economías de la Unión Europea a lanzar un cabo -algunos piensan que al cuello- a las cuentas helenas. Mientras los progresistas se desgañitaban por mantener los 155 votos que dieran vía libre a su plan de recortes, el resto del país no quería ni oír hablar de nuevas medidas. Los conservadores no estaban dispuestos a pisar el Parlamento. La Unión esperaba a la decisión del legítimo gobierno. Miles de personas se manifestaban y recurrían a la violencia y a los enfrentamientos con la Policía y mientras, en algún lado, como el gran hermano de Orwell, los mercados acechaban para actuar sin piedad ante una víctima que podría ser un aperitivo, como hacen los protagonistas depredadores de los documentales de La 2.

Ahora ya lo sabemos: habrá préstamo. La Unión, con Alemania y Francia a la cabeza y con España y el resto de países -aún con la respiración entrecortada- se felicita. Los griegos tendrán que hacer frente al pago de una deuda que parece más bien una pesada losa. Todo esto ha servido para enterarnos de que, durante años, los familiares de muchos fallecidos seguían cobrando la jubilación del muerto. Los hijos de muchos empleados públicos han gozado de privilegios más propias de los tiempos del feudalismo y también ha servido para confirmar los malos resultados que ofrece vivir por encima de las posibilidades. El sistema no ha funcionado. Lo peor de los préstamos es que cuesta más devolverlos que solicitarlos y esta vez ha sido complicado acceder al cheque. El país del Mediterráneo tendrá que afrontar el pago de los intereses de la deuda con más disciplina de la que han aplicado los partidos políticos a la hora de hacer el traspaso de las cifras de su economía. La mentira no es buena compañera de viaje cuando se traspasan los poderes. Ha habido padrinazgo de los fuertes de Europa, ruptura en el parlamento, violencia en la calle, sacrificio ciudadano y, sin embargo, ahora empieza todo. Ojalá que el plan de ajuste, la intervención de las instituciones de Bruselas, el impulso de Alemania y Francia y, sobre todo, la gestión de los nuevos fondos procedentes del crédito, estén a la altura de la historia del país. El amigo de mi amigo, el poeta, el que ha visto desde su casa cómo se rompían las calles, espera en Atenas a que la filosofía, el teatro y las artes vuelvan a asomarse al Olimpo y espera que cunda el ejemplo. Al menos ha vuelto a escribir poesía. Malos tiempos para la lírica.

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