Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Griñán se equivoca

GRIÑÁN tiene razón cuando acusa al Partido Popular de mentir sobre el alcance de la trama corrupta de los falsos expedientes de regulación de empleo financiados por el Gobierno autonómico en los últimos diez años. No es cierto que lo robado sean los 648 millones del conjunto de ayudas a los 25.000 trabajadores atendidos por este programa. O que todos los beneficiarios sean dirigentes socialistas o familiares suyos. González Pons sostiene que Griñán está implicado personalmente en los eres podridos. Así está el patio. Para no ser menos, en Galicia el secretario regional del PSOE relaciona al presidente Feijóo con el narcotráfico. Los dos grandes partidos se entretienen en estos jueguecitos. En todo caso, Griñán se equivoca cuando se niega a que una comisión de investigación del Parlamento andaluz establezca las responsabilidades políticas de este escándalo.

Este es un caso de libro para una investigación parlamentaria. Cuando se articula un sistema heterodoxo hay que ser mucho más precavido. ¿Por qué la transferencia de fondos de la Consejería al IFA no se hizo por una orden o un decreto? Hubo hasta 18 borradores. ¿Por qué el convenio se mantuvo en vigor después de los dos años que tenía de vigencia? ¿Por qué durante nueve años estuvo al frente una persona considerada ahora por los suyos como impresentable? ¿Quién es el responsable? El principal bombero del Gobierno autónomo en este incendio es Luis Pizarro. Dice el consejero de Gobernación que una comisión de investigación sólo serviría como plataforma para calumnias e infamias hasta las elecciones municipales. Que estamos en un Estado de derecho y que será la justicia la que de cuenta de las irregularidades.

La democracia es un complejo sistema de derechos y obligaciones. Si fuese cierto que en el Estado de derecho nos basta con los tribunales, entonces nos sobra el Defensor del Pueblo, el Consejo Consultivo o la Cámara de Cuentas. También nos sobra toda la actividad parlamentaria que permita a los diputados mentir u ofender, amparados en su inmunidad. La imagen que proyecta el PSOE no es la de un partido indefenso, con sus derechos vulnerados, sino la de una organización débil que esconde sus responsabilidades.

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