Ignacio Martínez

Guerra civil en el PP

El balcón

Aguirre contra Gallardón. Aznar contra Rajoy... No son novedad los espionajes y la corrupción en el PP

19 de febrero 2022 - 01:35

Hay algo que mueve más a los políticos que la ambición: el miedo. El temor a no conseguir el poder o a perderlo. A veces, les lleva a cruentas guerras civiles. Casado y Ayuso libran en el PP una moderna guerra del Peloponeso. Tras el rotundo triunfo de Isabel en mayo, a Pablo le entró un ataque de ansiedad; veía La Moncloa a su alcance, pero recelaba del carisma de la presidenta madrileña. Primero decidió impedir que controlara el PP de Madrid. Después, programó otras elecciones regionales para demostrar que las victorias son del partido y no de los candidatos; en Castilla León fracasó el experimento y en Andalucía se ha pospuesto. Entretanto, atacan a la nueva estrella de la galaxia popular hasta con guerra sucia y espionaje desde las instituciones.

La lideresa queda en evidencia. Casado acusa a su antigua protegida de otorgar a un amigo un contrato de mascarillas por 1,5 millones de euros por el que Tomás Díaz Ayuso se habría llevado 300.000. Habla de tráfico de influencias, incluso insinúa que el amigo puede ser un testaferro y el hermano el auténtico jefe del negocio. Casado dice que quiere garantizar que en ninguna administración gobernada por el PP haya corrupción, pero no ha hecho lo mismo en la Diputación de Almería, por otra compra irregular de mascarillas en la misma época; quizá porque no encontró un provecho personal. Ayuso replica que fueron sólo 55.000.

Ha habido divorcios tan sonados. Como cuando Chirac encargó en 1993 a su amigo Edouard Balladur ser primer ministro de Francia en la segunda cohabitación con Mitterrand, para facilitar la candidatura de Jacques a la Presidencia de Francia. Pero la popularidad de Balladur se disparó y Edouard se presentó también a las presidenciales de 1995. Quedó unas décimas por debajo de Chirac en la primera vuelta y acabó en el ostracismo, como otros traidores a Chirac del RPR gaullista, entre ellos Sarkozy. Aquí en España hemos tenido otro episodio similar. Pedro Sánchez nunca habría sido secretario general del PSOE en 2014 sin el apoyo de Susana Díaz, a la que habría prometido que sería candidata a la Presidencia del Gobierno. Cuando incumplió su compromiso, ella lo defenestró en 2016. Y finalmente él le ganó unas primarias en 2017 con un discurso izquierdista.

Aguirre contra Gallardón. Aznar contra Rajoy... No son novedad los espionajes y la corrupción en el PP. Ahora hay además la intoxicación de las guerras y la crueldad de la guerra civil.

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