La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Guerra global sin precedentes

No se ganará esta guerra global sin precedentes votando a los neonazis, pero tampoco con velas y peluches

Hace diecisiete días, una mujer, junto a su hijo de tres años, se inmoló en un cuartel de Sirte (Libia). Hace nueve días dos niñas de siete y ocho años se inmolaron en un mercado nigeriano; estaban entrenadas para causar el mayor daño posible: la segunda activó su chaleco de explosivos cuando se estaba auxiliando a las víctimas causadas por la primera. Hace cinco días una niña de nueve años se inmoló en una comisaría de Damasco. Hace también cinco días un niño de 12 años, nacido en Alemania y de origen iraquí, fue detenido tras intentar por dos veces hacer estallar una bomba en un mercadillo de Navidad. El uso de niños como bombas humanas -incluso llevados por sus madres de la mano- es el rostro más despiadado del islamismo radical. En 2015 89 niños y jóvenes fueron proclamados mártires por los yihadistas. Los datos de 2016 parece que serán peores.

El lunes todo el mundo vio a un fanático islamista asesinar a tiros al embajador ruso en Ankara al grito de "¡Alá es grande!". El mismo lunes un yihadista arremetió conduciendo un camión -el modelo ensayado con éxito en Niza el pasado julio- contra un mercadillo de Navidad en el centro de Berlín. De momento doce muertos y 48 heridos. "Sería especialmente repugnante que se confirmara que el agresor había pedido protección en nuestro país", ha dicho Merkel. Repugnante y aterrador. Porque hay tres frentes abiertos en esta guerra a la que resulta políticamente incorrecto llamar así: los países que están bajo dominio islámico o aquellos en los que actúan con mayor frecuencia, los terroristas infiltrados en Europa camuflados entre las desesperadas mareas de inmigrantes y los musulmanes europeos radicalizados.

Dice Merkel que el miedo no debe paralizar a Alemania. Pero, ¿cómo no tener miedo cuando los gobernantes europeos han dicho a los ciudadanos -literalmente- que deben acostumbrarse a convivir con esta amenaza, asumir que los atentados no cesarán y comprender que es extremadamente difícil -si no imposible- ganar esta guerra global que se da en tantos países simultáneamente y cuenta con un disperso ejército infiltrado? Son pocos, dicen. Pero tras el 11-S sabemos nunca tan pocos pudieron matar a tantos: 19 personas asesinaron a 3000 en Nueva York. No se ganará esta guerra global sin precedentes cediendo a la extrema derecha xenófoba, pero tampoco poniendo velas y peluches en los lugares de los atentados.

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