Crónica Personal

Histeria y oportunismo

Pablo Iglesias ya no encandila a los suyos y la izquierda seria no le tiene ya por una persona curtida, rigurosa, ilusionante y fiable

Si no fuera porque se trata de un asunto de gravedad extrema, todo lo relacionado con la campaña electoral de Madrid provocaría ganas de reír ante el ridículo espantoso de determinados políticos españoles. Sobre todo de la izquierda, donde siempre o casi siempre se han visto dirigentes con sólida formación intelectual y valentía personal que ha ido más allá de las conveniencias vitales. Hoy esa izquierda que presume tanto de su ideología da ejemplo de su mediocridad, sectarismo, tergiversación de la realidad y defensa de iniciativas que saben ellos son una engañifa.

Hablo de Podemos, donde su líder dio muestras desde el inicio de su aparición pública de que no daba la talla ni de lejos. Los suyos, al fin, se han dado cuenta, como lo demuestra la fuga masiva de votos a Mas Madrid. Pablo Iglesias ya no encandila a los suyos y la izquierda seria no le tiene ya por una persona curtida, rigurosa, ilusionante y fiable. Madrid va a ser su tumba.

La España reciente ha dado figuras insignes a los que la izquierda actual intenta desacreditar. Esas figuras insignes de la derecha, el centro y la izquierda les dan, sin embargo, mil vueltas. Por su patriotismo, su sentido de Estado y su defensa a ultranza de los intereses de los españoles. Esas figuras de relieve, no como las de ahora, ya vivieron amenazas procedentes de bandas terroristas. Las vivieron políticos, jueces y fiscales, empresarios, periodistas y personajes destacados de todos los espectros sociales. Las denunciaron cuando consideraban que se entraba en terreno peligroso, pero ni las utilizaron en su propio beneficio ni para acusar a los adversarios. El espectáculo actual de las balas, navajas ensangrentadas, tuits amenazantes, escaners deteriorados y acusaciones sin ton ni son ya demuestran la credibilidad de quienes han encontrado en las amenazas de medio pelo el principal argumento para tratar de conseguir unos votos a favor y restar votos a los adversarios a los que acusan de acciones innobles sin ninguna prueba. Cuando la acción innoble es la suya, las de quienes han montado una película de terror con cartas supuestamente amenazantes. Politiquillos de pocas luces las utilizan de forma oportunista y, por qué no decirlo, histérica.

En tiempos no lejanos, cuando se asesinaba a sangre fría, se han enviado balas a domicilios particulares, que se investigaban por si acaso; dianas sobre fotografías, pintadas en las aceras y gatos muertos ante puertas manchadas con pintura roja. Hubo un pacto de silencio no escrito para no provocar un efecto mimético. Nadie las instrumentalizó para ponerse medallas ni para acusar al adversario. Pero entonces había grandeza en la vida política, no como ahora.

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