Desde la Castellana

alejandro Daroca / Darocabruno@gmail.com

Homenajes y Jerez como frustración

Decía hace unos días González Fustegueras en estas mismas páginas, en una carta abierta que dirigía al presidente del Consejo Económico y Social de la ciudad, que hace falta cambiar de rumbo y que nos hace falta audacia, renovación e ideas para que el sentido de frustración no se instale en nuestra ciudad y, sobre todo, en los jóvenes. Hacía el arquitecto, brillante urbanista y ex político una serie de consideraciones bastante acertadas en general, sobre todo desde el contrastado pesimismo que inunda en las últimas épocas a los que han sido militantes de cierta izquierda moderada. Y es verdad que, a pesar de los esfuerzos de la Corporación Municipal, las posibles mejoras de ciertos parámetros económicos y sociales no llegan a las bases de la población.

Jerez ha devenido en una importante ciudad de la que ahora se trata de sacar a relucir algunas de sus virtudes y hacerlas vibrar entre sus ciudadanos. Porque dinero, proyectos e iniciativas hay bastante pocas, escasas, que no se comprende sin echar una mirada atrás y recordar los malos pasos dados. Nuestra industria, la vinatera y derivados de una especial agricultura han ido a menos. Desde las ciento y pico bodegas de hace treinta años a las poco más de una docena que sobreviven hoy. Desde las fábricas de azúcar y remolacha a las que hoy aún están de pie. Desde las varias miles de hectáreas de viñedos a las poco más de ocho mil que están en labranza. En fin, la crisis, la carestía, los cambios económicos y un largo etcétera merecen un estudio más serio de lo que yo puedo hacer en unas líneas.

Pero sí es verdad lo que Fustegueras apunta: "Vemos como Jerez se ha proyectado en referencia negativa, en prototipo del desastre con indicadores básicos, sociales y urbanos que muestran una ciudad que no funciona…" El diagnóstico está hecho, pero hay que buscar el resurgir de todo ello, porque la crítica, por sí sola, no es suficiente. ¿O ya no nos acordamos de los gastos napoleónicos de anteriores etapas? ¿O es tan fácil olvidar que nuestros anteriores alcaldes están en prisión o a punto de estarlo? Es que en treinta años, nadie puso orden y sosiego en nuestro municipio. Y si algo hay que agradecer a García -Pelayo es eso, poner las bases para que Jerez sea una ciudad prudente, alejada de manifestaciones políticas continuas, de descontentos diarios, de entrega de sus políticos en un ejercicio de honestidad, entrega y quiero pensar de honradez. No hay un euro, es cierto, pero creo que estamos en el camino de volver a colocar a Jerez en la cima de la opinión publicada. Vamos a hacer bien lo poco que nos queda (Semana Santa, Feria, Caballos, Motos, Turismo, Navidades, hospitalidad, flamenco), y algunas cosas más que marcan nuestra forma de ser, aunque mal que le pese a algunos, lo haga un gobierno de derechas. No conviene ser tan pesimistas, cuando estos retos se fían a más largo plazo que la inmediatez de una legislatura.

Y mientras, 'Desde la Castellana' tiene que levantar su copa para brindar por dos homenajes más que merecidos. El primero por Manuel Alejandro Álvarez Beigbeder, ilustre socio de la Diáspora jerezana, miembro de una familia que ha dado prestigio y nombre a la ciudad. Medalla de Oro de las Bellas Artes y una de las personalidades más insignes de la música española de los últimos cincuenta años. Un creador, una cabeza privilegiada, un jerezano insigne, un amigo de sus amigos, un señor con un catavino en la mano. Por él, con él y por Jerez se alza nuestra copa.

Y como no, nuestro homenaje por Faustino Rodríguez, que al fin será nombrado por el Ayuntamiento Hijo Predilecto de la ciudad. Se lo merece Faustino, se lo merece Carmen, su esposa, se lo merecen sus hijos y se lo merece el Bar Juanito, también buque insignia de los últimos cincuenta años de gastronomía jerezana. También desinteresado colaborador de la Diáspora jerezana, su nombre está en cualquier referencia de visitar Jerez.

En ambos casos, los adjetivos son escasos. Manuel Alejandro y Faustino son amigos y a los amigos los adjetivos y las calificaciones se les dosifican, porque están prendadas del corazón y hay veces que el corazón no tiene palabras. Sólo sentimientos y amor.

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