N O es de extrañar que la cantinela politizada del cambio climático haya dado pie a la consideración de otros peligros remotos que nos acechan, el principal la extinción de la especie humana. Cambios del clima probados por los geólogos hay en la tierra desde hace 2.500 millones de años, con periodicidad y extensión irregulares, y es de prever que siga habiéndolos en el futuro. Los polos, que se sepa, se han fundido en dos ocasiones. Con anterioridad a esta fecha no se puede probar nada, de momento, sino elaborar teorías verosímiles. Se supone que los enfriamientos y calentamientos del planeta se han sucedido, por lo menos, desde que se empezó a formar la corteza terrestre, sin que se haya encontrado la explicación definitiva que acabe con todas las explicaciones. Los científicos anuncian que se están extinguiendo muchas especies. Tampoco es nuevo y no parece que vayan a cambiar las cosas hacia especies perpetuas.

Desde el nacimiento de la vida en la Tierra, un misterio todavía, nacen y se extinguen especies sin interrupción, a veces de manera aparatosa, aunque, por lo general, con lentitud. O bien, con más lentitud aún, se transforman en otras. El hombre está igualmente sujeto a estas leyes del destino trágico de la vida terrestre. Los agoreros de moda se preguntan, para asustarnos, qué hará el Hombre cuando le llegue su hora. No lo sabemos; pero, si puede remediarlo, lo hará. No es algo que deba preocuparnos por ahora. La raza humana actual tiene alrededor de 50.000 años y, salvo catástrofe cósmica posible, pero muy improbable, y ante la que no podría hacer nada, se le augura una vida larga. Un mamífero tan perfeccionado, tan joven y con un cerebro excepcional, no es previsible que se extinga como un ser primitivo y elementalísimo. Uno se pregunta a su vez para qué avisar ahora de un peligro futuro tan lejano.

Pues tiene su explicación: el cambio climático. Es bien sabido que cada vez que el clima ha derivado hacia milenios de frío o calor se han extinguido numerosas especies de las llamadas "especializadas", aquellas que sólo viven de un alimento concreto o no tienen, por su naturaleza, resistencia para determinadas temperaturas, sean altas o bajas. El cambio climático, aventuran los que han hecho de los meteoros una ideología, podría desencadenar la extinción humana. Nosotros, los ángeles y arcángeles, no lo creemos. Por pronto que llegue y por catastrófico que sea un cambio climático causado por el imperialismo capitalista y el fascismo internacional, la Humanidad sobrevivirá. Por fortuna, en caso de que ese cambio, imposible y delirante, ocurra mañana tarde, sobrevivirán los más aptos. Los tontolistos engañadores se extinguirán sin descendencia y la especie humana, como ha pasado siempre, se verá fortalecida y perfeccionada.

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