Desde la ciudad olvidada

José Manuel / Moreno / Arana

El Hospital de la Sangre

HAY veces en las que los ciudadanos dan verdaderas lecciones a sus dirigentes a la hora de respetar la huella de la Historia en los lugares que habitamos. Me refiero al peso de nuestra Historia, la más cercana, la de una sociedad con sus grandezas y miserias, y no la que fue impuesta desde esferas políticas y que hablaba de fabulosos acontecimientos que trajeron una supuesta gloria nacional. De otro modo no puede entenderse el caso de la calle de la Sangre. Después de tantos años ostentando el nombre oficial de "Taxdirt", en honor de cierta hazaña de la Guerra de Melilla de 1909, el Pueblo tozudo aún la sigue llamando con su antigua denominación, aunque olvide el porqué de la misma. Un origen que se halla en el edificio del ahora conocido como Asilo de San José, que a mediados del siglo XIX adquiere la función de albergue de ancianos pero cuya existencia como hospital es muy anterior y se retrotrae a 1477, como ha demostrado Javier Serrano Pinteño.

Cuando Nuño García decide fundarlo lo hace en una época en la que la atención sanitaria era muy precaria y estaba unida a la iniciativa particular y al ejercicio de la caridad. De ese Hospital de la Sangre primitivo, muy reformado en siglos posteriores, sería el pórtico situado en la esquina con el Angostillo de Santiago, una arquería sostenida por recios pilares de tradición mudéjar. Hace unos años su cubierta fue eliminada y uno de sus arcos derribado para facilitar la salida de unos pasos que podrían haber procesionado desde otro templo. La mutilación, efectuada con impunidad por la Gerencia Municipal de Urbanismo, ni respetó el PGOU ni contó con la aprobación de la Delegación Provincial de Cultura.

En otros tiempos los éxitos militares pretendían ocultar una realidad incómoda. En fechas recientes la búsqueda del voto no ha tenido límites.

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