Cada día estamos más cerca de Italia en el modelo de relación que se ha establecido entre política y la sociedad. Son los indicadores que recibimos constantemente en estos últimos años en España cuando observamos una disminución de la gente que va a votar cuando hay elecciones. Léanse las pasadas elecciones andaluzas. Ya no sólo en el fondo si no en la forma. En el fondo porque ya no ganan los más votados sino la mayoría que se consigue con alianzas y pactos. Es eso lo que realmente quiere el pueblo o se está forzando el espíritu y deseo real de la ciudadanía. Ya no se sabe a quién acudir para que se solucionen los problemas reales de nosotros los ciudadanos, de nuestras familias e hijos de cara al futuro y menos en el presente. Ahora votamos por efecto decepción: “Si me decepciona éste, voto al nuevo que viene pegando fuerte” y ya hemos visto cómo ha evolucionado el partido político o lo que sea llamado Podemos. ¿Tendrá Vox la misma trayectoria? Porque ambos dos son hijos de la decepción y el hastío de los votantes después de dejar por imposible las promesas no realizadas de los partidos tradicionales. Son productos del cansancio y agotamiento del bipartidismo. Pero, ¿realmente representan la solución? ¿O son matrimonios de conveniencia sin consistencia y que en breve se esfumarán? Ya hemos visto a Podemos cómo se está desinflando cual vendedor de humo ‘pereciere’...

Al final pasará como en Italia, que llevan muchos años radicalmente divorciados sociedad y política. Quizás estemos en la casapuerta del edifico llamado ‘Caminemos sin ideales’. Hemos marchitado esos ideales por los que se luchaba. Estamos orientados a la tendencia de votar a buenos gestores que materialicen las necesidades reales de la clase media. De las familias. Los jóvenes apenas votan, ¿por qué? Ahora estrenamos después de cuarenta años nuevo gobierno en Andalucía. Quién lo iba a imaginar. Estamos ante un nuevo escenario en el que espero y deseo no continuemos en el agobiante escenario de parálisis por el análisis, grandes promesas con grandes incumplimientos y pasemos de la idea a la acción. Que se asuman riesgos, de esos que se asumían antes y de los que nacían grandes líderes, que es de lo que escaseamos actualmente. ¿Y si empezamos por la educación en vez de seguir vendiendo tanto proteccionismo? ¿Y si incentivamos al que se esfuerza en vez de animar a los vagos? Tenemos derechos pero también tenemos obligaciones aunque a muchos se les haya olvidado. Deseo que este nuevo cambio que ha comenzado en Andalucía suponga un verdadero impulso a la solución de las necesidades de las que venimos adoleciendo los andaluces. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde aunque en su día se perdió la Esperanza… Aguirre y vaya usté condió.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios