Desde el fénix

José Ramón Del Río

Ideas para la igualdad

ME siento en deuda con mi paisana, la ministra de Igualdad, Bibiana Aído. No por lo que haya escrito de ella, que no tenía maldad, sino por haber equivocado su lugar de nacimiento. Se trató de un lapsus el escribir que había nacido en Medina Sidonia, en lugar de Alcalá de los Gazules. Es claro que yo no confundo esas dos bellas localidades de la provincia de Cádiz y la mejor demostración es que, en estas mismas páginas, escribí jueves pasados que un dirigente socialista había dicho que su nombramiento de ministra era el primer milagro atribuible a San Jorge, patrón de Alcalá de los Gazules, al volver al pueblo, después de la restauración de su imagen.

La idea para la igualdad que quiero brindarle a Bibiana no se me ha ocurrido a mí solo. Se la debo a una joven amiga sueca que después de haber vivido toda su vida en España, al casarse con un alto ejecutivo sueco, vive ahora en Suecia. El matrimonio adquirió unas cortinas para decorar su hogar y había que cogerles el dobladillo. Preguntó a su marido por una costurera, porque ella no sabía coser, y ante su asombro, el marido le dijo que las cosería él, porque en su país, en los tres últimos cursos de enseñanza, se impartían clases para aprender tareas domésticas y para instruirlos sobre las posturas aconsejables para no dañar la espalda. Feliz con la noticia, le regaló una maquina de coser, último modelo, y me dice que le dijo a su esposo, en español, para que no le entendiera: ¡toma, sueco, cose tú las cortinas! En esto de compartir las tareas del hogar y el cuidado de los niños en España hemos avanzado mucho. Mis hijos varones cambian los pañales de mis nietos y manejan la lavadora y el lavavajillas y aún recuerdo cómo me admiré la primera vez que les ví en estos menesteres. Pero, aun así, junto a portugueses, italianos y griegos, los varones españoles dedican a las tareas del hogar una cuarta parte del tiempo que las mujeres. Frente a esta insolidaridad mediterránea, los suecos, noruegos, finlandeses y estonios son los que más trabajan en casa.

Para arreglar el problema, te sugiero, ministra, que se cree e imparta una asignatura de trabajo doméstico y que no se reduzca a la escuela, sino que se den cursillos acelerados a jubilados y prejubilados. Una ONG, Alianza de Mujeres, ha conseguido del Parlamento una directiva que recomienda a los Estados miembros de la UE la inclusión en la escuela de esta asignatura, que ya existe, como obligatoria, desde 1993, además de en Suecia, en Holanda y Finlandia. La mejor forma de igualar es siempre por lo alto y nunca por lo bajo, o sea, dando más y no quitando. Por ello, para conseguir la igualdad de los sexos lo mejor es que todos puedan y tengan que hacer las mismas cosas.

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