TIENE QUE LLOVER

Antonio Reyes /

Indignado

UNA de las ventajas de las vacaciones es la posibilidad de retomar cosas pendientes. Ayer, sin ir más lejos, pude ver el vídeo de la emotiva entrevista realizada por Iñaki Gabilondo a José Luis Sampedro el pasado 23 de junio. Y la verdad es que no tiene desperdicio. Da gusto escuchar a alguien con más de noventa años con esa clarividencia. A esas edades no se busca la demagogia, tampoco el discurso fácil para ganar adeptos. Lo de Sampedro tiene que ver con la experiencia, con su sólida formación en economía y, sobre todo, con su humanismo crítico y solidario.

En paralelo, durante estos días estamos asistiendo a fuertes campañas mediáticas de algunas Cajas de Ahorros, reconvertidas ahora en Bancos, que inician la colocación de sus activos en la Bolsa. Son las mismas entidades que durante años han sido gestionadas al son de los dictados políticos interesados de Comunidades Autónomas y de Ayuntamientos. Las mismas entidades que durante el boom inmobiliario financiaban promociones de dudoso futuro. Las mismas entidades que facilitaban créditos hipotecarios, incluso, a quienes no los pedían. Las mismas entidades, al fin, que ahora embargan viviendas y que tienen que cubrir con activos propios, los de los impositores me refiero, sus actos fallidos y su desastrosa gestión económica y financiera.

Para cubrir esos desaguisados, y para evitar la ruina, las Cajas se unen y se transforman en Bancos, y comienzan campañas publicitarias a la búsqueda de inversores en el mercado bursátil. En una de ellas, la más llamativa, nos invitan a ser "bankeros". Para ello nos solicitan que compremos un mínimo de mil euros en acciones y nos transformemos en banqueros: sí, en la misma figura que, con su mala gestión, es la responsable del desastre económico en que vivimos. Nosotros, paradigmas del sistema, parecen decir, queremos que nos prestes tu dinero y que seas uno más de nosotros. Si no fuera porque lo dicen en los anuncios publicitarios, parecería una broma de mal gusto.

Esto solo es posible en una sociedad que ha perdido el rumbo, una sociedad sin valores y donde todo es posible, incluso que quienes nos han traído el paro y la ruina nos propongan ser como ellos: ¿listos, truhanes, pícaros, bellacos, tunantes, villanos…? En una sola palabra: banqueros, es decir, personas que hacen del dinero y del beneficio el único interés de la vida.

Necesitamos un nuevo sistema asentado en la sensatez, pero hoy el sentido común pasa inexorablemente por la radicalidad, por tomar medidas fuertes y contundentes que rompan la estructura político-económica injusta e insolidaria en que nos tienen sumidos. Mientras el primer ministro islandés afronta estos días un juicio por su responsabilidad en la crisis, aquí los responsables del desastre no solo siguen campando a sus anchas, sino que nos proponen imitarlos. Radicales y no banqueros, eso es lo que necesitamos, entre otras cosas para acabar con tanto truhán de chaqueta, corbata y guante blanco que gestiona, sin pudor ni vergüenza, nuestros ahorros y nuestras vidas.

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