TAN sólo unos días antes del primer aniversario de su proclamación como Rey de España, Felipe VI ha dado el paso de privar a su hermana, la infanta Cristina de Borbón, de la facultad de usar el título de duquesa de Palma, que venía utilizando desde que le fue concedido como regalo de boda por el padre de ambos, el rey Juan Carlos, en 1997. Aunque la Infanta ha difundido una carta manuscrita atribuyéndose la iniciativa de la renuncia al título nobiliario, la Casa Real ha puntualizado que la carta llegó a La Zarzuela una vez se hizo pública la voluntad del Monarca, ya convertida en decreto en el Boletín Oficial del Estado, siendo por tanto la drástica medida obra exclusiva del rey Felipe VI. La revocación del título ducal, que ya había sido solicitada por instituciones y líderes políticos baleares, viene a ser una vuelta de tuerca del Rey al proceso de desvinculación de su hermana Cristina de la Familia Real como institución, consecuencia del escándalo Nóos de tráfico de influencias y malversación que protagoniza su esposo, Iñaki Urdangarín, y que también ha afectado de manera personal a la Infanta, que se sentará en el banquillo de los acusados en los próximos meses acusada de un presunto delito fiscal, en virtud de la acusación popular, ya que tanto la Fiscalía como la Agencia Tributaria han solicitado el sobreseimiento del caso en lo que se refiere a doña Cristina. Con anterioridad a esta iniciativa, tanto don Juan Carlos como don Felipe han ido apartando a la Infanta de las actividades institucionales de la Casa Real e incluso reduciendo los contactos familiares, conscientes ambos de que el caso Nóos ha afectado negativamente al prestigio de la Monarquía y contribuido al proceso de deslegitimación de la Familia Real que ha vivido la sociedad española, que sólo ha remontado en su imagen durante el año escaso de reinado de Felipe VI. La desposesión del ducado viene a ser, de este modo, un avance más en la regeneración institucional de la Monarquía española y un episodio importante de la exigencia de ejemplaridad que el Monarca se ha propuesto asumir frente a la corrupción extendida en los últimos años en la vida pública nacional. Ni don Juan Carlos antes ni el actual Rey ahora han conseguido, sin embargo, cerrar el círculo de la limpieza y la desvinculación mediante otra iniciativa que sigue pendiente: la renuncia de Cristina de Borbón a sus derechos sucesorios. Se trata de un asunto personal. La infanta Cristina es la sexta en el orden de sucesión al trono de España y solamente ella puede renunciar a su derecho en beneficio de sus hijos y por el bien de la Corona. Aunque vaya a ser juzgada por un delito de fraude fiscal. Sólo depende de ella.

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