Desde el fénix

José Ramón Del Río

Inspiración e imaginación

TENGO que confesar que todas las semanas, conforme se acerca el miércoles, -que es el día en que debo entregar mi colaboración semanal-, lo paso mal buscando un tema sobre el que escribir y que no sea un tema de actualidad, porque ésta lo que suele traer son malas noticias, como, por ejemplo, en estos días, el agravamiento de la crisis económica o el alcoholismo detectado entre niños y jóvenes de 12 a 18 años. Para malas noticias y sus comentarios, ya tiene usted bastante.

De diciembre de 2.004, en el que comencé mis colaboraciones, han sido, más o menos, unas doscientas semanas y sólo en pocas ocasiones encontré, recién publicado un artículo, el tema para el siguiente. ¡Me falta imaginación!, pensé siempre y me consolaba pensando que esto me sucedía por no ser un profesional de la escritura: ni periodista, ni novelista, ni ensayista, ni mucho menos poeta. Pero el otro día leo, en estas mismas páginas, que el que es, para mí, el mejor novelista vivo y uno de los mejores de la historia de la literatura, Mario Vargas Llosa, al recibir un premio, había declarado que siempre había tenido que trabajar mucho para escribir, "porque carezco de inspiración"; "el trabajo es la única manera de reemplazarla". Que el autor de La ciudad y los perros, Conversaciones en la catedral, Pantaleón y las visitadoras, la Tía Julia y el escribidor; Elogio de la madrastra, La fiesta del chivo o Travesuras de la niña mala, etc., etc., asegure que "carece de inspiración" es un gran consuelo, para el que sólo tiene que escribir un folio, una vez en la semana. ¡Qué sería de él -de mí- si hubiese de escribir a diario o si sus empeños consistieran en escribir una novela, obra de teatro o ensayo! De la poesía, ni hablo, porque soy incapaz de versificar un pareado. Me dicen los que escriben a diario en estas páginas, que es más fácil, para encontrar temas, escribir a diario, que una vez a la semana. Les agradezco el consuelo, pero no me lo creo.

Yo pienso que lo que le ocurre a Mario Vargas Llosa, es que, una vez más, emplea muy bien, el castellano/español, distinguiendo entre inspiración e imaginación, porque inspiración es, entre otros significados, "iluminar Dios el entendimiento de uno" y no siempre tenemos abierta la mente para los mensajes divinos. Lo que hace falta no es tener inspiración, sino imaginación, que según el Diccionario, son las imágenes formadas por la fantasía. Y esto, la imaginación, le sobra a Vargas Llosa. Él mismo lo dice cuando recibe el premio del que les hablo: sus obras salen siempre de imágenes de su mente; "hay cosas que sucedieron en el pasado que, al cabo del tiempo, son imágenes que se convierten en el germen de una historia".

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