Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Buscando un poco de paz me puse a revisar unos viejos discos de vinilo. Tenerlos entre las manos con su perfecta redondez, con sus surcos como campos de cultivo en la negrura y con la misteriosa magia que encierran cuando entran en contacto con la aguja del tocadiscos, me hicieron sentir poseedora de trozos del pasado que fueron cómplices en muchos episodios de mi existencia.

Entre los discos de Los Beatles y Sinatra, me topé con algunos de Nana Mouskouri, aquella cantante griega radicada en París que cantaba en francés. En dos o tres ocasiones acudí a sus conciertos en el teatro. Era una mujer que sin hacer aspavientos transmitía mucho. Salía al escenario con sus gafas puestas y solo necesitaba entonar las primeras notas para despertar la sensibilidad de los espectadores.

Tuvo varios éxitos, pero si tuviera que elegir alguna de sus canciones me quedaría con la que se titula “Au cœur de septembre” que empieza con los acordes de lo que parece ser una bandurria. La letra habla de dos amantes y de cómo ella recuerda los momentos que pasaron juntos viendo como el cielo de septiembre era más gris que azul, como el árbol se sacudía con el viento y como la pradera se tornaba menos verde. En septiembre, con sus días más cortos y sus noches más largas, ella le esperaba bajo la sombra de las hojas ocre. Su vida era bella, sobre todo cuando veía descender oro y ámbar en lo profundo de los ojos de su amado, inundados de amor.

Los recuerdos forman parte de la vida, sobre todo los que se refieren a los afectos, ya que con el roce de sus dedos despiertan al olvido, que suele adormilarse en el alma. No sé qué sería de una persona si esos pedazos del ayer no entraran de vez en cuando en su memoria y le trajeran de nuevo la calidez de cada palabra, de cada beso y de cada caricia. Si no fuera por ellos, habría una desconexión entre episodio y episodio ya que se perdería el hilo conductor que aglutina todo lo vivido. Sin el recuerdo, faltaría el guión, el diálogo y la banda sonora de nuestra propia película, aquella en la que hemos representado el papel protagónico.

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