Las dos orillas

josé Joaquín / león

Intereses de partidos

UNO de los motivos por los que no se puede reformar la Constitución es porque primero hay que ponerse de acuerdo. Cuando le preguntan a los ciudadanos por los principales problemas del país, en todas las encuestas aparecen dos: el paro y la corrupción. Sin embargo, no se suele mencionar la Constitución. No parece que nuestra normativa constitucional sea una fuente de conflictos. Cuando se habla de reformarla, cada cual lo hace para tratar de imponer lo suyo: el Estado federal, la Cataluña independiente, la república cuando el Rey está mejor valorado… Cosas así, que no solucionarían los problemas y complicarían más la vida de los españoles.

En general, lo que quiere la gente es más trabajo y que no manguen. Los diez mandamientos se resumen en esos dos. Por lo demás, hay desacuerdo en casi todo. José Pedro Pérez Llorca, uno de los padres de la actual Constitución, de la que fue ponente por UCD, dijo la semana pasada que no es el momento de reformarla porque los partidos actuales no son capaces de ponerse de acuerdo. Sin consensos básicos es imposible. En la anterior se pactó un texto aceptable por todos, para que todas las ideologías y territorios tuvieran cabida en una España democrática. Carrillo, que era el líder del PCE, aceptó la bandera rojigualda con el nuevo escudo, porque esta no era la enseña de Franco; y porque el objetivo era superar la Guerra Civil.

Ahora, cuando los alemanes han superado la caída del Muro de Berlín hace 25 años, aquí resulta que no hemos superado una guerra de hace casi 80 años. Señores, es que ha pasado casi un siglo desde los fusilamientos de unos y de otros, gracias a Dios. Ya va siendo hora de superar el trauma de nuestros abuelos. Y también de aprender la historia de Cataluña sin fantasías. Recuerden que Tarradellas, que era de ERC, vino del exilio para asumir otra realidad y que el rey Juan Carlos lo nombró marqués. A lo más que ha llegado el actual rey Felipe VI es a pasear con el presidente de la Generalitat en un coche. Pero Mas no es como Tarradellas, una pena.

Así las cosas, ¿el Estado federal para qué? No lo quieren los independentistas catalanes y probablemente sería un foco de discordias en el resto de España. Todavía no han explicado bien sus partidarios cómo quedaría Andalucía en ese mapa federal. A ver si se van a cargar el 28-F, a la chita callando, después de haberlo aprovechado en su justo momento.

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