Tierra de nadie
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Crónica Personal
ES un debate no cerrado, el que marca los límites de la libertad. Hay quien defiende que no puede haberlos, pero cualquiera con sentido común entiende que hay que poner esos límites: la experiencia demuestra que es necesario acotar la libertad de unos cuantos cuando afecta negativamente a la libertad de los demás.
Un porcentaje no desdeñable de padres españoles es contrario a la vacunación. Toman decisiones que atañen directamente a la salud de sus hijos, que no tienen opción a expresarse y pueden sufrir las consecuencias de una conducta que tiene mucho de irresponsabilidad. Pero esas consecuencias no se circunscriben al ámbito familiar, porque las personas en contacto con niños no vacunados se convierten en posibles víctimas, como acaba de ocurrir en Olot.
Más de cincuenta niños que han tenido algún tipo de relación con el crío que se debate entra la vida y la muerte afectado de difteria tienen la batería. Por fortuna, al haber sido vacunados, no han desarrollado esa enfermedad.
Los padres del niño de Olot han comentado a los periodistas, consternados y con un profundo sentimiento de culpabilidad, que se dejaron convencer por personas que hacen activismo contra la vacunación. Una postura que en otros países de nuestro entorno se persigue de forma implacable, hasta el punto de que en varios de ellos no pueden ser matriculados en colegios y guarderías quienes no aporten su cartilla de vacunación e incluso se sanciona a quien intenta soslayar esas normas.
Es especialmente grave esa actitud de desidia en una España en la que para desgracia de todos se han producido brotes de enfermedades que se creían erradicadas para siempre, y que de nuevo se hacen presentes bien por mutaciones o porque llegan a través de inmigrantes en cuyos países de origen no han sido superadas por falta de una política sanitaria efectiva, debido a la precariedad económica.
Precisamente la precariedad económica ha provocado que en España se haya cerrado la mano respecto a algunas medicinas que antes eran gratuitas si las recetaba un facultativo de la Seguridad Social, y también ha afectado a parte de las vacunas que hace unos años eran de aplicación obligatoria y gratuita. Esas medidas, tan controvertidas y que provocaron importantes polémicas, obligan aún más a ser especialmente cuidadoso con las vacunaciones, por la salud de todos y sobre todo para garantizar que los niños no van a ser contagiados.
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