Hablando en el desierto

FRANCISCO / BEJARANO

Jacques Le Goff

EL Romanticismo buscó un ideal estético en el medievalismo superficial, pero hasta que llegó Jacques Le Goff no aprendimos a entender la Edad Media con el placer de sus libros. De jovencitos estábamos en el error común, todavía vivo, de que había sido un periodo terrible de abusos, esclavitudes, derecho de pernada, persecuciones, milagros, brujas quemadas, incultura, crueldad, suciedad, hambres, epidemias, salteadores de caminos, ejecuciones con sevicia y los prejuicios que cada uno libremente tenga, más los que le haya creado el cine de bandidos generosos, especialmente estúpido. Ninguno de los males enumerados arriba es exclusivo de la Edad Media. Con distinta cara, siguen hoy: cazas de brujas hay, mientras que los obispos medievales despedían con impaciencia a quienes iban con cuentos brujescos. El derecho de pernada no existió nunca en las sociedades cristianas, no sé si en otras. Todo lo demás se repite hoy escondido o al descubierto. La maldad se manifiesta en todas las épocas.

Fue Jacques Le Goff el que nos enseñó a tener una visión distinta del medioevo como sociedad equilibrada, teniendo en cuenta que se trata de un milenio y que no es lo mismo Irlanda que Bizancio. Lo que nos atrajo al leer a Le Goff fue conocer una sociedad ordenada de manera natural. El hombre criatura de Dios, ser divino hecho a su imagen, asociado al Creador para nombrar y modificar las cosas, igual a los otros hombres ante Dios y en el templo y sujeto libre de salvación o de condena, de elegir el mal o el bien, de colaborar en los planes divinos o de renegar de la propia divinidad. La Iglesia, fuente de estudio y de saber, como poder vigilante entre poderosos y débiles, y el templo, verdadero educador, popular sin ser vulgar, donde, junto con las leyendas piadosas y caballerescas, se educaba el gusto de nobles y plebeyos.

La Edad Media es mucho más, pero para eso está Le Goff. El Renacimiento habló mal de la época medieval, pues, en los cambios, el pasado es maltratado para justificar el presente. La crisis del siglo XV dio un hombre melancólico y se le consoló con brujas culpables y un pasado peor. Igual que hoy. Bastan las catedrales, las ciudades, las universidades, la literatura artúrica, los cantares de gesta, la liturgia, las formas de la piedad y la conciencia, la reforma gregoriana o los monasterios para saber que no fue un tiempo de embrutecimiento. Lean El hombre medieval y el mito quedará deshecho. Después buscarán otras obras de Jacques Le Goff porque La Edad Media engancha.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios