Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

marcoantoniovelo@gmail.com

Jerez: Carlos Amigo Vallejo

Encarna, en sí mismo, la vía augusta del titulo de un libro de su propia autoría: ‘El oficio de ser hombre’. Sí: hombre con tantán de cinematográfico péplum greco-romano. Con aura de envergadura vertical. Con una cúspide en centímetros que alarga hacia arriba su fortaleza física. Es el gigante evangelizador -a través del azadón del verbo sereno, del pragmatismo de la palabra nunca huera- que pugna a brazo partido -brazo que no hiere- contra las laicistas ruedas de molino del indiferentismo, la pusilanimidad social y los cachivaches de los (tibios) ángeles neutros -aquellos que por demediada insuficiencia temperamental colocan al bies una vela a Dios y otra idéntica al diablo-.

Es el Charlton Heston de la Iglesia andaluza. Un cardenal a fuer de discípulo jamás errante. El poder omnímodo de la sonrisa que empapa la comisura de los labios en la fontana fértil de los Mandamientos de la Ley de Dios. Así se significa y se revivifica a cada instante el octogenario incombustible -laborare est orare, labor omnia vincit- arzobispo emérito de Sevilla don Carlos Amigo Vallejo. In God is our trust. Posee porte de actor del Hollywood de los años cincuenta: desprende la unción doctrinal de quien in itinere, en el ínterin de la vida terrenal, unifica en su biografía la denominación titular de cuatro libros de indispensable lectura: ‘El algoritmo de la felicidad’ de Mo Gawdat, ‘Lo eterno sin disimulo’ de C.L. Lewis, ‘Mil soles espléndidos’ de Khaled Hosseini y ‘El camino de la inteligencia’ de Jiddu Krishnamurti.

Estuvo este pasado martes en la Real Academia de San Dionisio. Los académicos jerezanos conservamos la bruñida costumbre de convocar publica sesión solemne con motivo de la festividad de Santo Tomás de Aquino. Nadie más propiciatorio -a colación- que este Académico de Honor de la docta casa con sede social en calle Consistorio. El humanismo de Carlos Amigo se circunscribe al proyecto de vida que emerge del catón de la cruz de Cristo. Sin eximentes ni agravantes. Sin rutilantes insalubridades de quita y pon. Sin dársenas a la genovesa. Sin plenilunios ordenancistas. Sin ensueños que se espesen en los párpados de lo anacrónico.

Don Carlos es la antítesis de todo cimbreo trasnochado. Su naturaleza es más divina que humana. Para desbrozar e incluso destrozar el título de Friedrich Nietzsche ‘Humano, demasiado humano’ y sí trabar analogías con el de Theodore Sturgeon: ‘Más que humano’. Don Carlos y quien suscribe nos conocemos de antiguo. En nuestra primera conversación a dos me fundamentó el contraejemplo de cierto pastiche demagógico que algunos sistemas de pensamiento único denominan “cultura”. El día menos pensado contaré una graciosísima anécdota que, años más tarde, compartimos al alimón -a los postres de una tampoco pantagruélica cena cofradiera en petit comité- en torno a un chupito de manzana sin alcohol y un generoso tocino de cielo a la jerezana. Algunos cofrades de mi Hermandad de las Cinco Llagas la conocen al dedillo. Para mondarse de risa. En la Academia bastaron este martes dos miradas fijas al auditorio, tres trazos verbales, cuatro apuntes alineados en menuda caligrafía y cinco dedos de la mano derecha para gesticular la vigencia de la Iglesia a tiempo presente. Porque “si los tiempos vienen recios, la virtudes tienen que ser bien templadas”. Y porque además “el amor permanece”. La Iglesia es amor al hombre, amor sin precio ni circunstancia, porque de lo contrario “esta ecología sería una mera ideología”.

La Iglesia, que tiene conciencia crítica, debe estar viva y vigente. Con gestos (Papa Francisco) e intelecto (Benedicto XVI). En Andalucía bien se asume esta aseveración. Porque, además aquí, y en palabras del propio Carlos Amigo, en toda reunión que se precie -sea del género que fuese- “al final siempre se acaba hablando de cofradías”. ¿Verdad que sí, académicos y cofrades -presentes en el acto- Juan Salido Freyre, Andrés Luis Cañadas Machado, Francisco A. García Romero, Eugenio Vega, José Luis Zarzana, Francisco Garrido, Francisco Fernández García-Figueras, Juan María Vaca?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios