Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

marcoantoniovelo@gmail.com

Una placa de Pemán entre la espada y la pared

¿El mundo no cambia 'porque inmutable es la condición humana'? En España campa a sus anchas el desgarro de las vestiduras de la desmemoria histérica. Si nos metemos a saco, de hoz y coz, en el quid de cuestión… sólo saldría a flote la codicia del populismo y los cainitas deseos de rencor. Seguimos empeñados en remover el descanso pacífico de las tumbas de nuestros abuelos. Puro Miguel Hernández: "Un manotazo duro, un golpe helado, / un hachazo invisible y homicida/ un empujón brutal te ha derribado". El lobo feroz disfrazado de envidia cochina y de resentimiento sin causa. ¡Barra libre para el atentado post mortem! En la ciudad de Cádiz… así comienza el acta del jurado de la Gran Final del Falla. Ahora asistimos al reverso del Carnaval porque se ha perpetrado un desafuero sin contar con el referéndum del pueblo. ¡Cómo va a contar el alcalde de Cádiz con el escrutinio de los ciudadanos si antier le salió el tiro por la culata cuando posibilitó la votación popular para el cambio de nombre del Estadio Carranza! Entonces los gaditanos demostraron cuanto en puridad son: gente inteligente, justas con su Historia y dotados de un ángel (Subiela) capaz de desdramatizar y relativizar todo cuanto suene a tocomocho político. Pues sí, aquel que asienta sus posaderas en el sitial de alcaldía ha otorgado el nihil obstat de una persecución impropia de los pagos de la Caleta, del olor a luz en calle María Arteaga de la peña Nuestra Andalucía y de la algarabía correteando por la Plaza de la Cruz Verde, hoy tributo al coplero Antonio Martín. Cádiz no ha ejercido de novia del mar sino de maremoto con lamparones sucios de una cobardía ¿consistorial? de regate corto. ¿Libertad, fraternidad, igualdad? Revolución de una despedida a la francesa con filo de acero que oscurece la claridad sonora del latido limpio de la Cuna de los Tanguillos. ¿Qué diría Fernando Quiñones si levantara su cabeza barroca de habla flamenca?

Cuando en Jerez parece que ya ha finalizado aquella fiebre, aquel leviatán sinsentido, aquella embestida de morlaco, aquella Pemanfobia a bocajarro, ahora José M. González 'Kichi' recula por sus fueros, desanda las andadas, donde dije digo ahora diré Diego, y permuta -en un vergonzante volantazo cultural- cuanto otrora expresó a propósito del creador del Séneca –"José María Pemán ha sido y será de forma indeleble uno de los mayores representantes de las letras gaditanas"-. Sí, le ha dado el sol que más calienta en el cogote fratricida para tomarla con el finísimo articulista de los blancos balcones del castillo de San Javier sito en Plaza de San Antonio. El espíritu de Cádiz, la luz de Cádiz, las palomas de sus plazas y el aguaje de Catalina y Sebastián están que truenan y que trinan con esta salida de tono de quien ya no representa ni de lejos al hogar de las mojarritas. Como el que descorcha una botella de champán espumeante de venganza servida en tacita de plata, el Ayuntamiento de Cádiz ha arrancado de las piedras ostioneras del arte mayor -casa natal del escritor- un trozo de carne viva un poco genovesa, una pizca peruana, un tanto jerezana y un mucho gaditana. Y el alcalde, risueño, con su espada de saña al cinto. Cuando esto tecleo se produce un fenómeno de convergencia: recibo en mi WhatsApp la fotografía de una placa de Madrid, puesta hace años a iniciativa de su Ayuntamiento, que dice lo siguiente: "En esta casa vivió de 1940 a 1981 José María Pemán. Poeta, dramaturgo y académico". La fotografía aparece con un texto engatillado cuyo contenido literal no tiene desperdicio: "Aquí en Madrid tenemos una placa dedicada a José María Pemán en la casa del distrito del Retiro, donde vivió. Lo siento por Kichi, pero aquí no llega su sectarismo. Valga esta placa como homenaje a los gaditanos orgullosos de su ciudad y sus paisanos".

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