Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

marcoantoniovelo@gmail.com

Jerezanos en un almuerzo de negocios

Se trataba de un frugal y no frutal almuerzo de negocios. En un restaurante tampoco céntrico de la ciudad (donde el pastel de cabracho se disuelve en nuestra conservación por otra parte henchida de términos ingleses: verbigracia: Chief Executive Officer (CEO), Chief Operating Officer (COO), Chief Marketing Officer (CMO), Chief Comunications Officer (CCO) y un respingón etcétera en este mismo son). Cuatro jerezanos, un gaditano y una sevillana renombrando el staff de la empresa. Duchamos el vocabulario con vino de la tierra. Jerezanía en vena. ¡Qué lejos quedaron en un periquete las denominaciones de gerente, director general o responsable de Marketing, por soltar algún ejemplo al buen tuntún! Somos todos bien avenidos. Unos más de Pemán y otros de Alberti pero entre calé y calé no cabe la buenaventura. Unos más de José Bergamín y otros de Rosa Chacel -que es como bailar un tango con el pie derecho en San Sebastián y el izquierdo en Río de Janeiro-.

No cabe recordar ninguna oscura noche de los tiempos ibéricos: por dos razones: porque el reloj marca el solano de las tres de la tarde y porque además los únicos ibéricos que por aquí gravitan son los tendidos horizontalmente en las bandejas compartidas. Aparcamos por minutos el timbal empresarial. Desechamos hablar de plutonías o senderos de acceso al más allá. Pasamos del nomenclátor de registro de marcas y patentes al dramatis personae del Gran Palacio de la Horterada Nacional. En sus dependencias tienen cabida el uso y abuso -la utilización con intereses partidistas en suma- de nombres ilustres que ya habitan en el Parnaso donde el dolor retoza por su ausencia. Pongamos que -¡elemental, querido Watson!- hablamos de Lorca. ¡Cojamos al pito, pito gorgorito un muerto sin rabia rabiña y enarbolemos su figura -amable, inconfesa, universal- como emblema ideológico! Del “Café para todos” de esta mítica frase acuñada por el ministro de la Santa Transición José Clavero hemos pasado a Lorca para todos, a la diestra y siniestra del obsérvese usted el ancho ombligo sentado siempre alegre en la popa. Lorca para la extrema izquierda y Lorca para el centroderecha. Lorca para el Día del Orgullo y Lorca para los conciliábulos de quienes aspiran -melón y tajada en la mano- a una errática concepción -nunca inmaculada- de la postiza derechona. Lorca para el mírala cara a cara que es la prima inter omnes.

Me refiero a la ministra del infantiloide lema ‘Sola y borracha quiero llegar a casa’ (la doña sí que necesita “imperiosamente” en su gabinete un Chief Marketing Officer -¿a que sí molaría, tía?-). Exprimamos a Lorca como solemos hacer con el limón sobre la media racioncita de chocos fritos en Romerijo, allá por la portuense calle Ribera del Marisco. Sostengamos a Lorca en nuestro feudo sobre una cuerdecita de globo que paseemos al sol que más calienta, así lo porten gaviotas o puños con rosas. Ya digo: Lorca en la merendona con cafetito para todos. ¡Si supiera el poeta el jaleo, anda jaleo, jaleo, de su trayectoria post mortem! La inmortalidad de los escritores ha de ceñirse a la perpetuidad de su obra per se. Sin fumarolas cuasi indígenas y sin banderolas cuasi apátridas. Los homenajes, como Dios manda: a pie enjuto y en la media verónica de la vida y jamás a pitón pasado. Ya sabemos que, para la conciencia del ilustre, la Parca todo lo aparca. Tan pueril es la apropiación ilegítima de la supuesta ideología del autor como cercenarle el busto así como así. Ya fuere en el hall del Villamarta o en el vaso de agua clara del gaditano parque Genovés. ¿O no lo ves? Ni el folleto publicado en 1959 bajo el título sin censura ni cesura ni tonsura ‘Escritores asesinados por los rojos’ ni el linchamiento a destiempo del oxímoron de la Memoria Histórica. “El olvido estaba expresado por tres gotas de tinta sobre el monóculo”, Federico dixit.

En estas andábamos cuando el arroz ya nos sabe a bocatti di cardinale. Coincidimos todos los comensales al unísono: Lorca manoseado en contra de su voluntad. Por los Hunos y por los otros. Okupas ilegales de un pensamiento literario tan ajeno al partidismo. Ya lo escribió el propio poeta granadino: “A la izquierda, a la derecha, por el Sur y por el Norte/ se levanta el muro impasible/ para el topo y la aguja del agua./ No busquéis, negros, su grieta/ para hallar la máscara infinita”.

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