Tierra de nadie
La amistad, bien o mal entendida
Su propio afán
Siempre me ha dado la sensación de que los de Bildu y los de ERC disfrutan como cochinos en un charco con las intervenciones de la derecha en el Congreso. Cuando he comentado sus caras de atención, sus cabezadas de asentamiento y sus medias sonrisas, algunos me han dicho que era una dosis triple de cinismo y nada más. Pero yo veía algo más.
Ahora lo he visto claro. Efectivamente les gustan una barbaridad los discursos de la derecha y, lo que es peor, no les faltan razones. Para empezar, en sus micronaciones, aplicarán con mucho más afán que los del PP, tanto como quisieran hacer los de Vox, sus propuestas de defensa de la nación. Háblenle a un nacionalista catalán de conceder el derecho de decidir a los de Valle de Arán, de las balanzas fiscales a la ciudad de Barcelona o de la autodeterminación a Tarragona. Ellos quieren una unidad de destino en lo universal, pero a lo chiquitito. O sea, que escuchan los lamentos sobre la nación española con gran atención, para no verse ahí al volver de unos años.
¿Eso es todo? No, no, que disfrutan mucho más. Cuando Vox y el PP describen su implacable política de destrucción de la nación española y de la Constitución. A todo artista, aunque lo sea de la aniquilación, le gusta que le reconozcan su trabajo. Cuando el PSOE enmascara los propósitos de Bildu o ERC y habla de la contribución de los nacionalismos de izquierdas a la gobernabilidad del Estado se les pone cara de aburrimiento. Cuánto desprecian esas mentiras demagógicas. Les exalta mucho más que reconozcan sus intenciones y sus éxitos, como –por otra parte– es lógico.
¿Y ya? Qué va. Lo que más les gusta es cuando los portavoces de la oposición describen la sumisión que el presidente de la nación española tiene ante ellos. Cada vez que la derecha describe a Sánchez como un rehén, los de Bildu salivan, los de ERC hacen sumas y los de Junts se acarician disimuladamente la cartera. Les encanta. Si además los de derechas lo dicen rabiando, más disfrutan.
Yo, más de una vez, he visto que están a punto de regalarle parte de su tiempo a los portavoces de la oposición. También les falta un minuto para sacar la libreta y tomar apuntes de las medidas (ilegalizar partidos nacionalistas, resistir por tierra, mar y aire a la amnistía, etc.) que propone Santiago Abascal para blindar la unidad nacional. No me cabe duda de que aprenden y disfrutan en el Congreso, y con razón, y por desgracia.
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