Los primeros seis meses de Juanma Moreno al frente de la Junta de Andalucía se han abrochado con la aprobación de los Presupuestos de la comunidad autónoma para 2019. Éxito para el Gobierno de coalición PP-Ciudadanos gracias a un apoyo de Vox que no ha requerido cambios fundamentales del proyecto para sumar sus doce votos. La mayoría gobernante ha aceptado medio centenar de enmiendas de los tres grupos de la oposición, de poca monta pero políticamente significativas.

La gestión de la política andaluza en este medio año ha significado un baño de realismo tanto para los líderes del cambio como para los opositores, aunque en ambos bandos hay fuertes resistencias a la inmersión. Básicamente consiste en esto: ni el Gobierno del centroderecha ha traído serios recortes al bienestar de los andaluces o retroceso de sus derechos ni el levantamiento de las alfombras de los antiguos gobernantes ha descubierto nidos de corrupción generalizada. Los apocalípticos están de enhoramala. Los pintores de brocha gorda que dibujan la vida en blanco y negro y sólo ven buenos o malos, también.

Sería estupendo que el abandono del apocalipsis se instalara del todo en la vida pública de Andalucía. Eso haría que las autoridades autonómicas dejasen de descubrir mediterráneos, creerse que la historia ha empezado con ellos, pensar que sus presupuestos son el bálsamo milagroso al fin descubierto de los problemas de Andalucía y que la felicidad de los andaluces, malbaratada por sus antecesores, está en exclusiva en sus manos. Eso haría que las ex autoridades autonómicas dejaran aparcado el discursito de la alarma antifascista, de los recortes sociales de la derecha forzados por la ultraderecha que no se ven por ninguna parte (la última ocurrencia es que bueno, no hay políticas retrógradas en los presupuestos de 2019, pero seguro que los habrá en los de 2020) y de los retrocesos en violencia de género y memoria histórica desmentidos, por ahora, por los hechos cotidianos. Lo diré de otra manera: ni los gobernantes socialistas hundieron a Andalucía en sus 36 años de mandato popular ni los gobernantes peperos-ciudadanos la han hundido en los seis meses que llevan por mandato popular.

Ni Susana Díaz ni Juanma Moreno son ángeles ni son demonios. A lo mejor en ellos se cumple aquel aserto de que la diferencia entre la izquierda y la derecha son uno o dos puntos de presión fiscal.

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