Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Juegos de guerra

Un ataque a la red informática municipal y una empresa de Jerez acusada de espionaje dan para hacer una película

L O que le faltaba al "ciberataque terrorista"-como define la alcaldesa al problema que desde hace más diez días afecta a la red informática del Ayuntamiento- era que una empresa jerezana dedicada a la consultoría de seguridad estuviese relacionada con el espionaje al fundador de Wikileaks, Julian Assange, al que según las investigaciones podría haber espiado. Una empresa que, entre sus múltiples servicios, ofrece los de ciberseguridad a sus clientes.

Vincular ambos asuntos pertenece, por supuesto, al ámbito de las más rebuscadas conspiraciones y de la ciencia ficción, aunque a veces ésta se vea superada por la realidad. De las investigaciones del juez De la Mata, por cierto el mismo que instruyó la pieza separada del caso Gürtel de Jerez, se deduce que en esta ciudad hay empresas que se dedican a cosas que parecen de películas. Quién nos iba a decir que en el parque empresarial Oeste, por el que más de uno ha pasado alguna vez por cualquier motivo, había una empresa que no sólo enseñaba artes marciales a los policías locales de muchas localidades españolas, sino que ofrecía "servicios de inteligencia" a gobiernos de muchos países.

A la espera de lo que suceda en un caso en el que se ha visto envuelto un jerezano, el propietario de la empresa investigada, al que hay que otorgarle la presunción de inocencia, seguimos todavía impactados y afectados por el "ataque terrorista" al Ayuntamiento, que tantos interrogantes plantea. Asunto difícil por cuanto cualquier información crítica que se pueda ofrecer sobre lo sucedido puede acabar dando pistas a los autores del ataque. La presencia en Jerez de personal del Centro Nacional de Inteligencia a través del Centro Criptográfico Nacional y hasta de la empresa Microsoft hablan de por sí de la importancia de este caso, que para algunos expertos ha podido ser, junto al de otros ayuntamientos de similar magnitud y tamaño recientemente atacados en sus redes informáticas, como un ejercicio para probar las posibilidades de estas nuevas estrategias globales de "terror". Quién sabe lo que sucedería si en lugar de afectar al pago de los recibos del agua o de las licencias para abrir un comercio, estas acciones cibernéticas fuesen dirigidas a organismos tan críticos como hospitales, centrales nucleares o centros de tráfico, policiales, etcétera.

Una de las preguntas que en esta segunda semana de crisis han quedado en el aire es si este ataque se podría haber evitado o si ha sido posible debido a una negligencia humana o en la gestión de la red informática municipal, por ejemplo por falta de renovación de equipos y software.

Y otra que deberíamos hacernos todos en este mundo es hasta qué punto las nuevas amenazas globales llegarán hasta nosotros no a través de misiles balísticos o aviones que se estrellen contra objetivos civiles, sino con algo tan sencillo, simple y rutinario como encender un ordenador o un móvil. Ya lo vaticinó John Badham en su película 'Juegos de guerra' en 1983. Tiempo hemos tenido de darnos cuenta.

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