Juicio en suspenso

La mejor manera de juzgar es oír a todos y dejar que se defiendan. Y también que los defiendan

En esta columna rige la presunción de veracidad. Dicen que la Universidad de Cádiz, ha suspendido de prisa y corriendo la intervención en una m esa redonda del abogado defensor de La Manada, Agustín Martínez. Hechos: tenía ya la reserva en el Hotel Playa Victoria y hay correos invitándole y desinvitándole; su visita coincidía con la del ministro de Cultura a la Universidad y algunos colectivos feministas prometían movilizaciones. Por otro lado, el excelentísimo y flamante rector, Francisco Piniella, niega cualquier veto. Hechos: el letrado Martínez no está en el programa del curso de marras. Yo creo a todos, y habrá interpretaciones y resquicios para explicar las afirmaciones de unos y otros.

No vengo a emitir un juicio, sino a hacer un comentario. Resulta muy peligroso demonizar a los abogados que defienden delitos que no nos gustan nada. Eso erosiona el derecho fundamental que tiene todo acusado a defenderse. La cosa es tan seria que hasta los ilustrísimos decanos de los colegios de abogados de Cádiz y Sevilla han emitido un comunicado para este caso mostrando su preocupación.

La vida es muy compleja. Lo ideal sería que los abogados no tuviesen que defender más que a los inocentes o a los culpables de delitos sin reproche social, pero eso dejaría sin defensa a los que más falta les hace. Es la versión forense de la emocionante frase: «Quiéreme cuando menos lo merezca porque será cuando más lo necesite». La sofistería que tanto criticaba Sócrates de quienes eran capaces de defender una cosa y la contraria según el cliente, se convierte en un requisito fundamental de la justicia que alguien tan sensible a ella como Sócrates no podría sino aplaudir.

Lo que no quita para que las cosas se compliquen más. Imaginemos que, en efecto, alguien ha retirado su invitación al letrado Martínez por haber sido el defensor de "La manada". Pero tampoco podríamos olvidar en ese caso que la hipotética invitación supuestamente cursada lo había sido, precisamente, porque el letrado Martínez había sido defensor de "La manada". Alguien aséptico podría concluir que vaya lo uno por lo otro; aunque las cosas tampoco son así de simétricas en la realidad.

Mi humilde conclusión frente a tanta complejidad reversible es cuánto importa no llegar a ninguna conclusión, por muy humilde que sea, antes de tiempo. La mejor manera de juzgar es oír a todos y dejar que se defiendan. Y que los defiendan.

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