cuchillo sin filo

Francisco Correal

Kennedy y 'La dolce vita'

UN año antes, en 1961, nace Barack Obama y John Fitzgerald Kennedy releva a Ike D. Eisenhower en la presidencia de los Estados Unidos. Hace cincuenta años, el sentimiento antinorteamericano de la opinión pública española estaba tan arraigado como ahora. En 1962 tuvieron lugar el contubernio de Múnich y el Concilio Vaticano II. El año que murió Marilyn y se mató Belmonte, Kennedy representaba una esperanza para el mundo. Pero España seguía sin fiarse de los norteamericanos. Blas Piñar era destituido como director del Instituto de Cultura Hispánica por publicar un durísimo artículo crítico con Estados Unidos. En las antípodas del notario ultramontano, una de las acusaciones que pesaban contra el dirigente comunista Julián Grimau era la de invitar "a la Guardia Civil y a la Policía Armada a abstenerse de disolver las manifestaciones que se pretendían organizar como protesta por el bloqueo norteamericano contra el régimen cubano de Castro", y copio literalmente del libro de Juan José del Águila El TOP. La represión de la libertad (1963-1977).

Ayer se cumplieron cincuenta años de la detención de Julián Grimau cuando viajaba con documentación falsa, distintos pasquines y algo más de trece mil pesetas en un autobús municipal cerca de la madrileña glorieta de Cuatro Caminos. Las irregularidades de su proceso constituyen el núcleo central de este libro cuya base fue la tesis doctoral que hace quince años leyó el magistrado Del Águila con la dirección de los catedráticos Antonio Miguel Bernal y Francisco Muñoz Conde.

Se acaba de recordar el cincuentenario del incidente entre Kennedy y Kruschev por los misiles norteamericanos apuntando a Cuba. Grimau pasó en La Habana la mayor parte de su exilio hasta que en 1946 regresa a Francia antes de cruzar clandestinamente la frontera española. España era otro mundo. La censura del nuevo ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, prohibió La dolce vita, de Federico Fellini, y Gonzalo Torrente Ballester fue cesado como articulista del diario Arriba y apartado de las clases de Literatura que daba en la Escuela de Marina.

Julián Grimau fue una de las 376 personas condenadas por tribunales militares en consejos de guerra celebrados en 1962. Murió fusilado el 20 de abril de 1963, siete meses antes de que ese mismo año fuera asesinado el presidente Kennedy. El más espectacular de esos consejos, digno de una aventura de Ian Fleming para el agente 007, fue el que juzgó a once activistas de las Juventudes Libertarias entre los que figuraban cuatro ex paracaidistas que pretendían apoderarse en vuelo y a mano armada de un avión de pasajeros de Iberia.

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