Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Lecciones del 79

Este miércoles se cumplen 40 años de las primeras elecciones democráticas en los ayuntamientos españoles. Una buena oportunidad para recordar un tiempo en el que la falta de medios no pudo con la ilusión de miles de hombres y mujeres que decidieron dar el paso hacia la política más próxima al ciudadano. Aquellos primeros ayuntamientos democráticos echaban a andar después de unas campañas electorales que no tienen nada que ver con las de hoy, con jornadas electorales que eran toda una fiesta (y una novedad) y negociaciones en las que muchas veces no importaban los sillones, sino que todo saliera adelante y nunca más hubiese vuelta atrás. Fue el caso del Ayuntamiento de Jerez.

Los partidos alcanzaron un resultado tan igualado que las alianzas necesitaban de un amplio consenso para formar gobierno, de ahí que al final el PSA, la UCD, el PSOE y el PCE se pusieron de acuerdo para formar el primer y único caso de gobierno de concentración hasta la fecha en la ciudad (y de los pocos en Andalucía). Aquella experiencia, que sirvió para que Jerez arrancara el motor de su nuevo Ayuntamiento, jamás se volvería a repetir y pensar hoy en ello no encaja con la mentalidad existente en muchos partidos y en parte del electorado. Aquellos 27 ilusionados valientes concejales que entraron a formar parte de la historia de la ciudad fueron capaces de dejar a un lado sus ideologías y pensar en solucionar los problemas de unos ciudadanos que carecían entonces de los servicios más elementales.

Para algunos recién llegados hoy a la política, hijos de aquella incipiente democracia a los que no les ha faltado de nada, erigidos en eminencias de las ciencias sociales a pesar de su escaso bagaje cultural, ni aquellos ayuntamientos del 79 ni la Constitución votada y aprobada un año antes merecen la mínima consideración y son sólo 'batallitas' de los abuelos. Así nos va.

Por desgracia, como de otras etapas de la Historia del siglo XX, existe un negacionismo de las indudables bondades de la Transición en lugar de aprovechar lo positivo de los valores de aquella etapa.

Si echamos la vista atrás, en Jerez o en cualquier otra ciudad, encontraremos aspectos diferentes de estas cuatro décadas. Cosas que se hicieron bien y otras mal. De hecho, las segundas han sido consecuencia en muchos casos de haber olvidado el papel que deben tener los ayuntamientos. Muchos alcaldes y concejales, partiendo de lo más humilde, llegaron a considerarse dioses y aglutinaron más poder que un ministro, haciendo y deshaciendo a su antojo, sobre todo en años de 'vacas gordas'. Algunos y algunas lo acabaron pagando tarde o temprano, como se ha podido ver.

En estos tiempos en los que existe de nuevo una gran fragmentación del voto, los acuerdos y los consensos son tan necesarios o más que entonces. Tal vez ahora no mueve a la sociedad la necesidad de afianzar la democracia (lo cual es un error pues las involuciones siempre están ahí) pero al menos deberíamos recuperar ese talante para vivir con más tolerancia. Para vivir en paz.

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