Leer a Chaves Nogales

Todo aquél que lea a este periodista de forma preconcebida y sectaria saldrá defraudado

Con el riesgo de resultar pesado y reiterativo con Chaves Nogales, no me resisto a escribir sobre él tras haber leído la columna que hace unos días le dedicó en esta misma página Carlos Colón, de quien me declaro lector desde hace décadas y amigo. El resurgimiento de algunos escritores es un enigma tan misterioso como su ostracismo. Más que enigmático debería haber escrito incongruente, porque son fáciles de descifrar las claves de una y otra circunstancia. En ambas suele estar presente la manipulación, aunque a veces el fraude es tan grande que es difícil mantenerlo por mucho tiempo.

Leí a Chaves Nogales por primera vez a principios de los setenta en aquella edición de Alianza sobre Juan Belmonte y en la reedición de su obra La ciudad, de la colección de bolsillo de la Universidad de Sevilla. Tardarían muchos años en poderse leer el resto de sus obras de la mano de Isabel Cintas y la Diputación de Sevilla, actualmente disponibles en otra edición preparada por mi compañero de faldón Ignacio Garmendia. La reciente exposición que se le ha dedicado en el Monasterio de Santa Inés comisionada por Charo Ramos, ha servido aún más para poner en valor, como se estila decir ahora, la memoria y la obra de quien está considerado por muchos como el mejor periodista español de la primera mitad del siglo pasado. Aunque eso del mejor o el peor, como es lógico, es una valoración subjetiva dependiente de quien la haga.

La literatura, como el arte, la música o la ciencia, son en sí mismas tan grandiosas en ciertas ocasiones, que están por encima de intereses sectarios. Cuando alguien me dijo en cierta ocasión que Chaves Nogales era un escritor de izquierdas, le dije que eso lo diría quien no lo haya leído jamás. La grandeza del personaje es que cuando se lee, cosa que es lo mejor que se puede hacer para valorar a un escritor y no dejarse llevar por la interpretación que otros hayan hecho de su obra, es seguro que todo aquél que lo haga de forma preconcebida y sectaria, saldrá defraudado. Chaves Nogales es testigo fidedigno de unos hechos y cuenta las grandezas y miserias de uno y otro bando, como cabría esperar de una persona ética y libre. Los que antes lo alababan, tal vez por ser republicano y haber muerto en el exilio, ahora rechazan sus obras como textos para entender la denominada Memoria Democrática, posiblemente porque ahora sí lo han leído. ¡Qué cosas!

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