Programación Guía completa del Gran Premio de España en Jerez

Adrián / Fatou

Lejos del ruido

La otra mirada

CRT

Quizás el lector desconozca que hay un sitio en el mundo donde el nivel de ruido permanente no tiene nada que envidiar al que la ciudad alcanza con el gran premio de motos, ese lugar es la India. Pero debo de precisar más, las populosas ciudades de la India.

Es un espectáculo indescriptible encontrarse inmerso en uno de los habituales atascos de una ciudad como Delhi o Jaipur, donde todos hacen sonar el claxon al mismo ritmo que se entremezclan y se esquivan motos, bicicletas, riskshaws, coches desvencijados, alguna que otra vaca, camellos tirando de carros y puede que hasta un elefante entre en la escena. Pero India hay dos (por lo menos), la de las grandes ciudades y la rural, donde habita el ochenta por ciento de la población.

En la India rural los sonidos son muy diferentes a la ciudad. Aunque antes de continuar, creo que debo pedir disculpas por mi tenacidad al volver a traer a esta página el tema de la India (ésta es la cuarta ). Pero cada vez que caen en mis manos imágenes de algún fotógrafo que ha estado allí, no puedo evitarlo. En este caso mi provocador es Juan Pedro Fiz. Ya en las páginas de este Diario hemos podido ver algunas de sus fotos sobre el tema, acompañadas de descriptivos textos de Manolo Bejarano.

Por eso me interesé por su trabajo y lógicamente cuando lo ví me cautivó. Tanto el trabajo como él. Qué duda cabe que la sensibilidad de sus imágenes, la humanidad que la impregnan, la delicadeza y exquisitez hacia los seres humanos no dejan de ser un fiel reflejo de su personalidad.

Los sonidos de la India rural, como iba diciendo, nada tiene que ver con lo caótico de la ciudad. Valga como ejemplo las imágenes de Juan Pedro Fiz, tomadas en el norte del país, en los campos de té de Darjeling en las estribaciones del Himalaya.

Si contemplamos con detenimiento las imágenes, puede que oigamos el silbar del leve viento agitando las plantas de té. O puede que oigamos el ondular de las ligeras telas de vivos colores que las mujeres visten en todas sus labores, que no son pocas, incluidas las labores en el campo.

O puede que oigamos uno de los sonidos más intensos que uno puede oír... las sonrisas de unos niños. Carentes de casi todo, menos de la alegría de vivir, en un sitio donde hacerlo cada día es casi un milagro.

Imágenes, como decía, que rebosan humanidad. Con un absoluto respeto hacia los protagonistas y su dignidad como seres humanos. Captadas de una forma "encantadora" por la cámara de Juan Pedro Fiz.

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