La levantera y los vientos huracanados han atrasado la llegada de la normalidad al centro. Se han pospuesto labores de limpieza y se ha tenido que acudir a urgencias de jardines, calles y colegios antes que provocaran problemas mayores. Es lo de siempre. Como el centro, en estas fechas, suele ser un parque temático al que acuden miles de visitantes llegados de todos lados, incluyendo las barriadas y las entidades locales, es, en primavera, cuando se debería diseñar un plan preventivo de adecentamiento mayor que en otras épocas del año. Son muchos los agujeros a tapar, las aceras peligrosas o los árboles resquebrajados que anuncian peligro. Que si planes de ordenación del centro histórico, que si la revitalización del casco urbano, que si la llegada de inversores. La repetida peatonalización de alguna calle o la renovación de la flota de autobuses son asignaturas pendientes. Pero claro, priman las prisas, porque hay tanta basura acumulada, debajo de los palcos y en otras instancias, que los operarios no dan para abasto. Urbaser reclama cien puestos de trabajos. Otras empresas relacionadas, más medios. Y entre unos y otros la casa sin barrer. Porque no podemos querer imitar planes vascos, franceses o alemanes puesto que, sencillamente, somos andaluces de Jerez, de los que tienen un máster en improvisación permanente, de los que no se ahogan en un vaso de agua ni se ponen nerviosos ante nada. Se responde siempre con poderío y con suficiencia. Se sabe salir de todo, aunque sea por peteneras. Se utiliza mucho lo de mañana será otro día, aunque se esté con el agua al cuello y por supuesto, se sabe regatear contingencias como ningún otro Messi del planeta. Es el paradigma de la falta de planificación. Por eso los presupuestos se disparan, y no hay ni para curar ni para prevenir. Cuando ya sabemos, hace unos siglos, que antes de llover, chispea.

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