José Jiménez Lozano (1930-2020) acaba de publicar un diario póstumo, Evocaciones y presencias (Confluencias, 2020). La combinación de la cotidianidad y la cercanía de la prosa con el recuerdo incrédulo de su muerte reciente produce una extrañeza de fondo que hace todavía más profunda la lectura.

Para colmo, aquí y allá abundan apuntes talmente proféticos, como si don José hubiese mirado por encima del tiempo y atisbado todo lo que nos iba a traer el 2020, él que murió justo antes del primer confinamiento, el 9 de marzo. Por ejemplo, este apunte: "Medio liquidada la familia, liquidada la cultura hasta con odio, e implantada la liberación, ya sólo queda la perentoria necesidad de liberarnos de la liberación. Pero se tendrá terror de esta liberación porque se presiente de algún modo que ya no quedan más muñecas rusas, y ese miedo es lo único que nos va quedando a los hombres".

Nos explica algo increíble: lo felices que estamos ahora nosotros, los españoles tan liberados del siglo XXI, con que el Gobierno o los gobiernos autonómicos nos impongan leyes, restricciones y multas. ¿No han escuchado a la gente reclamar más prohibiciones, que todas parecen pocas con tal de no ejercer ellos su responsabilidad personal? Y son los mismos que creen habitar en el más libertario de los mundos porque el Estado va a permitir que nos maten cuando estemos enfermos o mayores o así. Hasta esa explosión letal de la libertad máxima, imploran muchas multas, por favor, y más decretos. No será la misma mano que hizo aquella pintada después del 11-S: "Osama, mátanos", pero es el mimo espíritu; que suplica sumisión.

Admira que el escritor, con 89 años, lo viese venir con tanta claridad. Hay que tener la cabeza muy despierta y el ánimo muy intrépido para asociar la liberación final de la familia, la cultura, la moral y la realidad con la consiguiente necesidad de liberarse de tanta libertad. Y dar todavía un paso más, aclarando el nexo. Es el miedo el que exige las prohibiciones y el que termina imponiéndose en esa situación.

El miedo: "lo único que nos va quedando a los hombres". Sin la cultura ni la familia ni la fe, solamente nos resta nuestra nuda vida biológica, tan frágil. No fue el caso de José Jiménez Lozano, cuyo último libro es la roja enseña de valor. Por encima de su vida biológica, sigue enseñándonos lo que nos espera como no pongamos remedio. Qué viva suena su voz. Qué necesaria.

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