Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

Game over

Roma, Liverpool y ahora Bayern Munich

EN las 'maquinitas' de marcianos o en la del Comecocos (Pacman en inglés) a las que solíamos jugar los carcas como yo en los ochenta, te daban normalmente tres vidas y cuando agotabas la última te aparecía en la pantalla GAME OVER. El juego había terminado, habías agotado no una, ni dos, sino tres vidas, tres oportunidades para vencer a la máquina, tres opciones de ser el dueño del universo o para comerte el mundo entero.

El Barça perdió la primera vida frente a la Roma en 2018 en el mes de abril, después de ganar en su casa 4-1, llegó al Olímpico de la capital italiana para jugar un partido de puro trámite, o al menos eso pensaban en el club blaugrana. Manolas en el minuto 82 anotó el 3-0 para la Roma, resultado que eliminaba al todopoderoso equipo de Messi.

Un año después, en las semifinales de la Champions League, después de barrer en casa al Liverpool por 3-0, se desplazó a Inglaterra para jugar la vuelta en Anfield. Una vez más, todo estaba a favor del equipo español (aunque Puigdemont o Guardiola piensen lo contrario), pero el fútbol y la vida tienen estas cosas, suelen reírse en muchas ocasiones de nosotros además de humillarnos. El caso es que el resultado, 4-0, a favor de los ingleses acabó con las ilusiones y las expectativas del Barça. Segunda vida perdida.

Cuando jugábamos a los marcianitos, la tercera vida era muy complicada de jugar y esto era debido a que el juego no empezaba desde el principio sino que las fuerzas enemigas, los marcianitos, iniciaban su ataque donde te habían matado, aumentando la velocidad y los disparos. Para jugar esa tercera vida había que estar muy concentrado, tener muy claro el potencial del rival y contraatacar con toda el alma. Lo normal era que estuvieses cabreado por haber perdido las dos vidas anteriores, al mismo tiempo que hubiera gente alrededor, amigo o no, deseando que te mataran para poder coger ellos la máquina y entre una cosa y la otra la tercera vida te duraba un suspiro.

El viernes Messi y Cía consumieron su tercera vida en un santiamén. ¡Bueno! Eso hubieran querido ellos, retirarse del partido a los dos minutos. El 8-2 del Bayern al Barcelona puso fin a una era gloriosa. La partida se acabó y lo hizo de la forma más dolorosa posible, con una goleada bochornosa, un resultado inimaginable ni por el peor de los antibarcelonistas.

Cuando agotabas tus tres vidas, solías lanzar algún improperio, o dar una patada a la maquinita y a renglón seguido te marchabas, salvo que tuvieras más monedas de veinticinco pesetas en el bolsillo. Entonces, mirabas con despecho a diestra y siniestra, mientras espetabas al público '¡Tranquilo pisha que voy a seguir jugando!', lo que provocaba una decepción generalizada entre la concurrencia.

En el fútbol, como en la vida, después de finalizar la partida, si te sobra el dinero y quieres, puedes comprar otras tres vidas o te puedes marchar del país en un avión privado con el beneplácito real.

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