violetas y babuchas

Begoña García / González-Gordon

Lío Shopping

LO S responsables de Circulación de nuestro flamante Ayuntamiento deberían darse una vueltecita por Luz Shopping. Como pista de prácticas no tiene parangón. Nada como aquel sitio para hacerse uno cargo de lo que es circular pésimamente.

Ya en su día Área Sur me pareció una pesadilla. Y me lo sigue pareciendo. Cualquiera diría que ha aterrizado uno en Inglaterra, obligado a circular por la izquierda. Y por el acceso de las vidrieras de colorines, aunque se circule por la derecha, nada parece fluir como debiera. Sobre todo cuando parece que los letreros de "salida" te hacen dar vueltas absurdas y conducirte al caos.

Pero en Luz Shopping la cosa es todavía peor. Cada vez que voy, regreso al laberinto de la feria, aquel laberinto de cristal de la calle del infierno, caluroso y con tufillo, donde recorriendo pasadizos de transparencia engañosa, ibas abriéndote paso a trompicones y cuando ya creías haber encontrado el recoveco por donde salir, una frontera invisible se interponía entre tú y el aire fresco. Aquello costaba dinero pero era divertido, la frustración tenía su encanto.

En Luz Shopping podemos revivir aquella misma frustración. Y gratis. Lo que pasa es que encanto, lo que se dice encanto, yo no le encuentro ninguno.

De entrada todo parece planificado para regocijo y deleite de los consumidores. Tantas tiendas, tanta oferta comercial concentradita. Letreros amarillos me van indicando el camino. Una rotonda me dice "hola". Voy predispuesta. Me aproximo a la tienda, allí está, ya la veo. Cuando la dejo atrás, empiezo a mosquearme. ¿Pero no decía el cartel que era por aquí? Algunas rotondas más adelante vuelvo a encontrar nuevas señales. Vaya rodeo más tonto. Resignada continúo circulando.

Infinidad de plazas de aparcamientos pintadas en el suelo, infinidad de pivotes, infinidad de calles sinuosas que no está claro dónde van. Hay pocos coches todavía y veo lo suficientemente bien como para que todo me resulte cada vez más confuso. Cuando menos lo espero la senda que cogí me desvía y la tienda que tenía tan cerquita, se quedó allá lejos. Cuando por fin aparco y entro siento que merezco una condecoración.

Pero luego sales de aquella tienda y te diriges a otra que también parece que esta allí al lado. Pero no, alguien parece empeñado en que hagamos turismo por aquel lío de calles con pivotes. Qué pereza, cortaré camino. Ja ja, ni pensarlo, el cartel "salida todas direcciones" se encarga de darte un buen paseíllo y acrecentar tu frustración (y gratis). ¿Pero quien ha diseñado esto Dios mío, un zoquete o un sádico? ¿Será que soy tonta? ¿Estarán queriendo confundirme adrede? Quizás los de Circulación sepan responderme.

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