Por montera

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Lucía, se ha muerto tu hijo

LOS titulares dicen que el flamenco se ha quedado huérfano como interpretando que una familia, cada vez más diezmada, y con inciertos herederos, ven cómo la vida ya no seguirá siendo interpretada por Paco. Un chorro de inspiración, un filósofo y un pensador, que a falta de tener una buena voz para convertirse en un cantaor, utilizaba las cuerdas de una guitarra para templar las de su garganta y así verter toda su poesía. Huérfanos nos hemos quedado todos nosotros, gitanos y payos, españoles y japoneses, alemanes, ingleses o franceses, las guitarras, las palmas de nuestras manos, las noches de flamenco en rincones improvisados, tan escondíos como los locales a los que había que entrar con un santo y seña para poder incorporarte a un mundo exclusivo, sólo para entendidos. Se nos ha encogido el ceño por llorar su ausencia, la pena de que Paco de Lucía ya no podrá seguir grabando discos, que los que hay en el mercado son los que quedarán para pinchar en nuestro picú, nuestro Ipod.

Se acabó la creación, ahora sobreviviremos de la grabación. El flamenco te abre la puerta una vez, es generoso con los novatos a quienes se entrega con total sinceridad cuando muestra su desgarro, desentraña su alma y canta con dolor las penas más grandes del ser humano, aquellas de los amores malditos y robos de vidas entre puñalás y esquinazos callejeros. El flamenco son las voces de las esencias más dolientes y sentías de gentes de raza, cetrino, negro, uñas largas, coletas prendidas por una flor y siluetas llenas de genio renegrío por los vestíos de las gitanas más pasionales que se retuercen por el cuerpo enredando su norte y su sur como quien escupe o se preña por celos. Pero si el flamenco no te cala en tu primera noche… amigo… estás perdido en un mundo sin llanto ni quejío, te quedas huérfano de sentires auténticos, de amigos gitanos que son hombres de respeto, de caballeros que no te miran a los ojos por no molestar pero te cantan a la cara y te hacen sentir la más bella de las mujeres porque han descubierto el lenguaje de tu alma. Amigo, si crees que el cante es un grito sin más no sabes lo que hemos perdido como cuando se fue Camarón, Enrique Morente, Rocío y ahora Paco.

Me admiraba la vida donde él encontraba su inspiración, donde parecía obligarse a la tortura que le resultaba tocar. Decía que su paraíso era Playa del Carmen en México, y allí murió. Donde leía hasta hartarse a Ortega y Gasset, a quien le dio la espalda porque le robaba el sentido del humor. Reivindicaba su nombre, Francisco Sánchez, y se alejaba de Paco de Lucía, porque le gustaba la paz, la tranquilidad, la serenidad. Bucear bajo el agua y pescar para cocinar el pescado del que no podía prescindir. Le gustaba el cuchareo, el vinito y que no se le hablara de guitarra. Amaba su niñez, su familia. Quedamos huérfanos de otro pensador e intérprete de la esencia de la vida.

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