Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Luis Enrique llega a un avispero

Los francotiradores le dan la bienvenida al nuevo seleccionador en el enésimo Clásico

Menos en Roma, la trayectoria como entrenador de Luis Enrique no puede ser mejor. Modeló un Celta que rentabilizó Berizzo y acarreó una barbaridad de plata con destino a la sala de trofeos del Camp Nou. Tuvo, además, la virtud de retocar el sistema de Guardiola dotándolo de más verticalidad. Puede decirse, por tanto, que el currículo del asturiano es sobradamente adecuado para ser seleccionador nacional.

Podría decirse que su trayectoria es superior a la de Lopetegui, pero eso no quiere decir gran cosa, ya que la verdad es que el oficio de entrenador se parece al de seleccionador solo en que ambos deciden las alineaciones. Apenas existe el día a día en el seleccionador, mientras que el entrenador tiene en la tarea y en el trato diarios la moneda que le lleva al éxito o al fracaso. Y esa tarea diaria no entra en el trabajo de un seleccionador, que todo lo fía a acertar en las elecciones.

Ocurre que en este país aún llamado España todo se complica y así vemos cómo la dicotomía Madrid-Barça ya revolotea sobre la cabeza de Luis Enrique. Desde el primer día desempolvan agravios que debieran estar olvidados. En este inmenso Madrid-Barça que mueve el fútbol, la desmesurada hagiografía madridista se ha dado prisas en recordar pasajes de la vida del asturiano con especial predilección en sus desapegos madridistas tras huir de allí a Can Barça.

Es como si en vez de hacer piña en busca del bien común, que no es otro que la selección que debiera ser de todos se reencuentre con el triunfo, lo recibiesen con la escopeta cargada de francotiradores. La decisión de Rubiales es tan acertada como lo fue la destitución de Lopetegui, pero también convendría decirle al recién llegado seleccionador que tienda a templar gaitas con esos francotiradores que se disfrazan de periodistas para atacar a gente de signo contrario.

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