¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Madrid nos roba

Madrid, con el continuo apoyo electoral de sus ciudadanos, ha optado por un modelo liberal. Y les va bien

Fue el historiador José Álvarez Junco quien introdujo un elemento fundamental para comprender el procés y sus derivadas: la rivalidad entre Madrid y Barcelona en su particular competición para convertirse en la gran polis de España. En parte, la rebelión catalana tuvo y tiene mucho de grito de impotencia y envidia de una BCN que, después de ser el Shangri-La de la modernidad cultural y económica española durante el tardofranquismo, ha ido perdiendo posiciones hasta verse sobrepasada por un Madrid que dejó de ser la corte gris y chupatinta de antaño, el poblachón manchego del tópico, para convertirse en el pujante distrito federal del mundo Iberoamericano, como la definió Juancho Armas Marcelo, un escritor canario bronco y pendenciero (lo da el ron de la tierra). La pelusa catalana es fundamental para comprender la suprema paradoja de ese pacto entre independentistas (ERC) y federalistas (PSOE-Podemos) que pretende eso que llaman "armonización fiscal", un claro intento de recentralización tributaria que no busca la unidad perdida ni el equilibrio entre territorios, como nos hacen creer y se tragan algunos en el PP periférico, sino que pretende frenar a Madrid en su exitosa cabalgada liberal. El independentismo catalán, con la ayuda de un PSOE cada vez más morado, ha pasado del "España nos roba" al "Madrid nos roba". Van a por los ricos, dicen, pero lo terminarán pagando los pobres.

Cierto es que Madrid no es ningún paraíso y que tiene carencias importantes en sanidad y servicios sociales, pero son las mismas que en otras comunidades socialdemócratas donde, además, fríen a impuestos a ciudadanos y empresas. La política fiscal de Madrid no es dumping, como afirman sus enemigos, sino la aplicación de esa máxima thatcheriana que reza que el dinero, donde mejor está, es en el bolsillo de los ciudadanos. ¿Para qué quieren las autonomías más recaudación? ¿Para ampliar sus televisiones catetas y politizadas? ¿Para subvencionar a grupos radicales e independentistas? ¿Para construir museos sin fondos? ¿Para colocar a más clientes de los partidos en organismos absurdos? Aún queda mucho por recortar en el gasto público antes de pasar una gorra cada vez más grande.

Madrid, con el continuo apoyo electoral de sus ciudadanos, ha optado por un modelo económico y social liberal. Es el que ellos han querido. Y les va bien. Intentar cambiar esto desde el Gobierno es un fraude a la democracia y un ataque al autogobierno. Ya puestos a disolver "chiringuitos fiscales", podríamos empezar por el País Vasco y Navarra. ¿Por qué nadie se atreve?

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