Cambio de sentido

Mala 'maquiavela'

La política tiene un doble discurso, el público y el de los despachos. Ayuso es incapaz de tapar éste con aquél

Ser incondicional de alguien deja de ser buena idea desde el punto y hora en que ello nos obliga a hacer equilibrismos con los principios de la lógica, pasar vergüenza ajena o justificar lo injustificable. Esta receta es válida en las distancias cortas -con amores, amistades y familiares-, pero más aún con las afinidades políticas. Sin embargo, cada vez observo a más adictos a líderes políticos insostenibles de los que (en el mejor de los casos) sólo te puedes quedar con una parte de sus prácticas y argumentos. Leo en El Mundo que algunos barones del PP están incómodos con el numerito que está dando Díaz Ayuso en Madrid. No me extraña, los estrategas populares mucho se temen que esta líder disparatosa, hiperbólica y de alto perfil se está haciendo a sí misma el trabajo de desprestigio que le correspondía hacer a los estrategas socialistas. Ella misma -desviando la mirada cada vez que titubea- se desacredita y contradice sola, sólo hay que ponerle el altavoz. Seguía la noticia con las palabras de uno de los dirigentes del PP consultados (no se da el nombre): "Esta batalla [entre administraciones y en el seno mismo del Gobierno de Madrid] no la entiende la gente corriente". Han acertado: las gentes de a pie aborrecemos de las componendas partidistas en un momento como este. Nos soliviantan las artimañas e insensibilidad, de unos y de otros, para sacar tajada política de la calamidad que vivimos.

Si Ayuso es tan inmoral y contradictoria como muestra ser, su partido ha hecho una apuesta nefasta. No es la maquiavela perfecta. El inconsciente le habla en cada gesto y cada frase, no es buena actriz. Afirmar que "no se trata de confinar al cien por cien para que el uno por ciento se cure" (que, al cambio, se calcula que el 1% serían 67.000 madrileños) es de un darwinismo incompatible con derramar lágrimas de rímel en la misa funeral. Tuitear: "Desde mañana podrás llegar a Madrid desde Berlín pero no desde Parla", olvidando que las restricciones a Parla son una medida suya, concita asombro. No abrir la boca más que para mostrar confrontación facilita al contrincante presentarse -falsariamente- sosegado y cero instigador. La política tiene un doble discurso, el que ofrece al público y el que se habla en los despachos. Ayuso es incapaz de tapar éste con aquél. Es una mala maquiavela. En el fondo, se lo agradezco: evidencia la situación en la que nos encontramos y cura hasta al más ciego de la incondicionalidad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios