Debo de ser uno de los últimos de Filipinas del optimismo que pensó que el PSOE amagaba pactar con lo más anticonstitucional y cómplice de asesinos para conseguir en el último segundo la abstención del PP y de Cs. Supuse una maniobra de camuflaje de Pedro Sánchez para evitar que pidiesen su cabeza después del ridículo patinazo de la segunda convocatoria. Hasta me permití advertir a Casado de que presentase pronto una opción de gobierno constitucionalista si no quería terminar pasando por el aro de tener que investir a Pedro Sánchez, que le iba a ganar por la mano.

Incluso cuando el PSOE hacía feos feísimos al PP, como no coger el teléfono o como intervenir de buenas a primeras a la comunidad autónoma andaluza, pensé que eran formas de ir tensando la cuerda, como lo de hacerse tantos ojitos -tensarla muchísimo- con el mismo Rufián.

Sin embargo, ahora me dispongo a dar marcha atrás porque el PSOE ya no puede dar marcha atrás. Su foto reuniéndose con toda normalidad con Bildu, los orgullosos herederos de ETA, no deja margen para cambiar de rumbo. Es una foto imborrable que marcará al PSOE para siempre, y las caras de espanto de Adriana Lastra y de Rafael Simancas lo atestiguan. Pocas veces la mala conciencia ha sido retratada con tanta nitidez de palidez cadavérica.

Me dirán ustedes, tan juiciosos, que el PSOE ya había dado muchos pasos en la dirección de alinearse con los anticonstitucionales y rupturistas del consenso del 78, y así es. Pero en la sociedad de la imagen en la que vivimos siempre hay una fotografía que, como un mojón, marca el límite.

Porque imaginemos que ahora Pedro Sánchez da el volantazo esperado hacia los partidos constitucionalistas. ¿Qué hace con esta foto? ¿Podría borrarla? ¿Y, tras ella, como un reguero, todas las negociaciones y las declaraciones a favor de la existencia de un «conflicto político» y de toda la pesca? A estas alturas, nada de eso es olvidable. El PSOE y Sánchez han cruzado su particular Rubicón de la infamia.

No creo que ni siquiera Inés Arrimadas y Pablo Casado tengan la capacidad de rescatarlos, aunque se lo propusieran. ¿Realmente pueden, ahora, darle el Gobierno a Sánchez, con los Adriana Lastra y Rafael Simancas de la fotografía con Bildu? Al presidente en funciones ya no le queda más opción que huir hacia adelante, pactando con todos ésos. Nosotros lo sabemos, y es triste. Ésos, ERC, Bildu y el PNV lo saben, y es peor.

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