No ha podido escoger mejor lema el médico jubilado Carlos San Juan para su campaña contra la deshumanización en el trato que los bancos dispensan a sus clientes de más edad: "Soy mayor, no idiota". Ha recogido 600.000 firmas exigiendo una atención personalizada en el sector bancario y las ha entregado en el Ministerio de Economía, donde tuvo un encuentro inesperado con la vicepresidenta Nadia Calviño (inesperado para él, buscado por ella).

Este médico valenciano ha liderado uno de los movimientos de protesta más sentidos en la sociedad española y ha dado forma y entidad a una reivindicación que ya es un clamor: que las entidades financieras dejen de abusar con tanto descaro e impunidad de las personas que les prestan su dinero. Incluso con que abusaran algo menos, ya sería positivo...

Los ejecutivos de las grandes entidades financieras se quejan de que tienen mala reputación y lo ven injusto. El presidente de la patronal bancaria dijo el miércoles que hay otras instituciones y sectores que practican la exclusión digital y la deshumanización en el trato a los clientes con más intensidad que los bancos, según las encuestas. Pero este "hay otros peores" es un escaso consuelo para millones de mayores a los que les han quitado su cajero automático, carecen de atención personal y permanecen ajenos al mundo digital que los bancos privilegian como fórmula de relación con la clientela.

El hartazgo al que ha dado forma y voz el doctor San Juan es tan generalizado y fuerte porque viene de lejos. De muchos años de pequeñas tropelías, prepotencia, abusos de confianza y arbitrariedad. De una concepción del negocio y de la relación con el cliente que parece calcada de la que describía un secundario de película colonial: "Los banqueros son gente extraña. Cuando luce el sol te prestan un paraguas, y en cuanto llueve fuerte exigen que se lo devuelvas".

Sensibilizada al fin por la extensión de las protestas y urgida por el Gobierno de la nación, la patronal bancaria ha lanzado un llamado plan de choque que se propone dar preferencia a los mayores y ampliar los horarios de oficina. Veremos cómo funciona, porque es de cumplimiento voluntario. Los antecedentes del sector no invitan a la confianza. Preferiría una normativa legal que se imponga y no dejar el problema a la buena voluntad de la parte poderosa del conflicto.