Tierra de nadie
La amistad, bien o mal entendida
Yo te digo mi verdad
A esta hora imagino a miles de médicos y médicas de familia andaluces (y a sus parejas, supongo) rebuscando en sus cuentas de ingresos y gastos, preguntándose de qué manera ha derrochado y a dónde ha ido a parar la mayor parte de los casi 100.000 euros que dice el Servicio Andaluz de Salud que gana al año. La inmensa mayoría de ellos tendrá que concluir que el SAS ha elegido una manera muy burda y desagradable de burlarse de los profesionales de una especialidad ya bastante maltratada.
Toma la Consejería para afirmar tamaña mentira el caso de un facultativo que llevara muchos años de antigüedad, que hiciera todas las jornadas dobles posibles y que cubriera todas las guardias disponibles, es decir que pasara la mayor parte del día en el centro de salud, lo que equivaldría a hacer el doble de una jornada normal. Calculen entonces la realidad y comprobarán la verdad: que un médico de familia normal alcanza difícilmente la mitad de la cantidad anunciada por los supuestos responsables de la salud de los andaluces, también de sus médicos se supone.
Da igual a la Junta que se le coja rápidamente en esta trola de patitas tan cortas. Con su publicación ya habrá conseguido que muchos andaluces crean que sus médicos, los que cuidan de nosotros todos los días, son unos potentados cuyo salario supera con mucho a los del mismo presidente de la Junta, incluso después de la considerable subida que él mismo se asignó hace unos meses. Y que, por lo tanto, se quejan por gusto o por razones mucho más inconfesables.
El mismo Sindicato Médico, una organización nada sospechosa de connivencia con la oposición política, se ha llevado las manos a la cabeza y ha señalado claramente la mentira de la Junta, pero esto no parece que lleve a nuestras autoridades a rectificar, seguramente porque no creen que merezca la pena. Tal vez, incluso sea una jugada premeditada y llevada a cabo por una consejera que no parece, por sus actitudes, pertenecer al mundo sanitario.
A lo mejor esta es la manera en la que el Gobierno andaluz piensa resolver el caos y la evidente caída en la calidad de la asistencia sanitaria, pero de ser así supondría que, con inmensa desfachatez, está queriendo hacer caer su propia responsabilidad de gobernantes sobre los hombros de los castigados profesionales.
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