Cuando leamos estas letras estaremos en la recta final de un debate parlamentario imprescindible. Llevamos muchos meses acumulados de bloqueo, de deterioro institucional aliñado con el corrosivo vinagre de la corrupción. La primera sentencia de la trama Gürtel ha puesto negro sobre blanco, se da por probado que el partido del gobierno vive de las instituciones, de todos y todas, como si fueran su patrimonio, beneficiándose, también económicamente, de las prácticas corruptas.

Hundidos en el pozo ciego la reacción de los partidos, gobernantes o no, debía estar a la altura, la moción de censura a la corrupción debería tener un apoyo unánime, también del PP. A poca inteligencia que le presupongamos es una evidencia científica que para nuestra democracia es condición, quizás no suficiente pero si necesaria, recuperar la confianza de la ciudadanía, y eso implica reiniciar en bloque las instituciones. Por el contrario vemos partidos enfrascados en un mercadillo de miserias, que si el presupuesto, las inversiones en Euskadi, el aval al disparate independentista, sobreactuaciones, desleales, que anuncian pactos oportunistas con Ciudadanos, o el argumento del "esto es lo que hay y el crítico es un peligroso desestabilizador". Será decepcionante si hoy no consiguen mejorar.

A nivel local, mientras tanto, hay propuestas, que aunque aisladas, resultan interesantes para un proyecto integrador y avanzado de ciudad, así se suman los apoyos institucionales y de los agentes económicos a la actuación integral en nuestra área metropolitana, o son bienvenidas las mejoras sobre infraestructuras en los barrios de la periferia geográfica y social. Lástima que desde Podemos se imite a los mediocres de Madrid poniendo "líneas rojas", que sabemos que o son mentira o se convertirán en obstáculos insalvables para construir alternativas reales.

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