la resaca

Mejor tono vital dentro de la gravedad

EL ridículo tan espantoso de la tarde del Mirandés tuvo que suponer que el entrenador pusiera pies en pared y trabajara con fuerza para quitar hierro a un hecho que, aparte de sonrojar, dejaba sobre el mantel - mejor dicho, sobre el césped de Chapín - muchas dudas en este equipo, hecho de recortes y buscando conformar una plantilla sin excesiva vocación de futuro. La semana tuvo que ser de órdago en un vestuario con escasa fortaleza psíquica tras la debacle que propició el banquero de Miranda y sus compañeros. Además, las perspectivas eran poco halagüeñas, pensando que los pequeños del Madrid no eran los más adecuados para abandonar el bache mental y sacar la cabeza.

El partido comenzó con un José Mari en el banquillo, sustituido por un Íñigo Vélez cuyo protagonismo, a priori, parecía demasiado premio. Pero como doctores tiene la iglesia y de esto no sabemos casi nadie, pues a ver qué ocurría. Ocurrió que el Xerez se plantó bastante correctamente, presionó y, en un principio, dominó a los de la cantera de un Madrid que, salvo uno o dos, llenarán con sus nombres la Liga española y obligarán a don Florentino a gastarse los euros - o lo que doña Ángela quiera - por ese mundo de Dios. Comenzó bien el Xerez; no tanto como pontificaba el comentarista de la tele, para quien Vélez era poco menos que Santillana y Joselito Vega el nuevo Xavi Hernández de Jerez; desde luego el generoso colaborador de Marca TV se tiene ganadas unas alcachofas en el Faustino. Pero la realidad es la que es y no tiene vuelta de hoja. En el Madrid chico hay dos o tres futbolistas con mucha clase y a los que no se les podía conceder el terreno que se les estaba concediendo. Se les dejó llegar y marcaron sin piedad. De un cero a uno esperanzador, se pasó, demasiado pronto, a un tres a uno que veíamos hacerse más grande por momentos. La salida del sevillano al campo sólo permitió que, cuando ya nos íbamos a la cama, acortara distancias y no fuese tan escandalosa la que, a la postre, iba a ser la tercera derrota consecutiva.

Mucho se tiene que seguir trabajando en la caseta y en el campo para buscar soluciones; soluciones que pasan por componer una defensa demasiado dadivosa y encontrar un concepto futbolístico que, todavía, no se tiene. No obstante, lo de la noche del sábado sólo dolió por el marcador. Hubo otra dimensión futbolística y hasta nos hizo pensar que la cosa puede tener alguna solución.

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