Pedro Carabante Medina

¡Mentiroso! ¡Mentiroso! ¡Mentiroso!

Opinión

Una imagen del Edificio Sherry.
Una imagen del Edificio Sherry.

28 de febrero 2022 - 03:00

EL pasado jueves, 27 de enero, tras vencer la soñarrera que inevitablemente me obliga, después del almuerzo, a dar el cabezazo diario en el sofá, me planté cara al televisor, sintonicé Onda Jerez TV y en un ejercicio de verdadera voluntad, me dispuse a seguir en directo el pleno que celebraban nuestros munícipes en el Ayuntamiento, y en el que, según me habían informado, se hablaría del problema creado a los vecinos del Edificio Sherry a causa de las licencias de obra y habitabilidad concedidas sibilinamente por la delegación de urbanismo a una promotora con el objetivo de transformar dos locales comerciales en once mini-pisos de alquiler turístico.

El grado de automasoquismo al que me sometí fue titánico, ya que el más leve tufillo proveniente de la actividad política me produce una grave e insoportable alergia. Malestar que se va agravando con el tiempo ante el espectáculo tan zafio que día a día nos viene ofreciendo nuestra abnegada clase dirigente. Estuve varias horas tragándome como un verdadero gilipollas la intervención de los distintos integrantes de los grupos municipales y la palabra más repetida que escuché durante toda la tarde, tanto en boca de unos como de otros, fue la de ¡mentiroso! ¡mentiroso! ¡mentiroso!. Incluso hubo un edil del partido que gobierna que no tuvo reparo alguno al insultar a sus contrarios tachándolos de fascistas. Por lo visto, en el terreno político, interesa más el agravio gratuito que el diálogo serio y constructivo. Eso parece. Todo es camelo. Una cortina de humo lanzada para evitar coger al toro por los cuernos y encarar de lleno y con valentía los numerosos problemas que cotidianamente preocupan a la ciudadanía.

La imputación de mentirosos, que tantas veces se escuchó en el salón de plenos, fue dando la cara, cada vez con más certidumbre, a medida que avanzaba la intervención del delegado de urbanismo contestando de manera artificial a las preguntas formuladas por la oposición sobre el trastorno que le está ocasionando su injusta actuación a la comunidad de vecinos del Edifico Sherry. El señor delegado evitó decir la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad durante toda su ilusoria réplica. No sólo escamoteó contestar con veracidad a las cuestiones que le plantearon, sino, lo que es peor, intentó darle la vuelta a la tortilla y culpar a los vecinos del problema, tratándolos como a imbéciles, alegando que es un conflicto entre propietarios, negándoles el pan y la sal a los ciudadanos que representa, olvidando el deber, implícito en su cargo, que le obliga a ampararlos con decisiones justas.

El señor José Antonio Díaz, demostrando sus bastos conocimientos en materia urbanística, sí tuvo la consideración de intentar instruirnos en tan difícil disciplina. Para sacarnos de la ignorancia nos hizo saber que la ley permite a la propiedad el cambio de local comercial a vivienda residencial. ¡Porque estamos en libertad!, espetó. ¡Olé tus cojones! Perfecto. Muchas gracias por tan valiosa información. Dos locales, dos pisos. Eso sería lo justo, creo yo. Es lo que pensaría cualquier persona con dos dedos de frente. Lo que no es de recibo, chavalote, es permitir que dos locales comerciales se puedan transformar, por arte de birlibirloque, en una promoción de once mini-pisos turísticos metidos con calzador en un edificio ya habitado y cuyas taras en la construcción y el diseño ponen en evidencia que no reúnen las condiciones necesarias que marca la normativa legal para que les sea concedida por su delegación la correspondiente licencia de primera habitabilidad.

Pues bien, este pasado jueves volví a repetir nuevamente el flagelo ante el televisor atento a un segundo pleno municipal en el que se trataría de nuevo el asunto que les quita el sueño al colectivo de vecinos del Edificio Sherry. En esta segunda entrega el espectáculo al que asistimos fue más vergonzoso y denigrante todavía. Nuevamente, el señor delegado de urbanismo, con ese despotismo que caracteriza a ciertas figurillas que viven de la política, quiso recrearse en la suerte y lo único que logró fue una faena de aliño totalmente ininteligible. Trató en todo momento de escabullir el bulto, dando capotazos al aire en plan marrullero para evitar dar respuestas concretas y sinceras a las demandas que sobre su actuación en esta cuestión, se le estaban planteando.

El delegado de urbanismo mintió en su contestación a las preguntas formuladas por la oposición, cuando afirmó que la licencia de obras concedida a la promotora contaba con la autorización de la comunidad.

Y volvió a dar gato por liebre cuando afirmó que la licencia concedida, por cierto el 27 de agosto de 2019, no alteraba los elementos comunes del edificio, cuando lo cierto es que además de afectar a lo servicios comunitarios incluía como privativa de la promoción inmobiliaria, la terraza apergolada, como ya han resuelto los tribunales. El señor Díaz de nuevo troleó cuando silenció que la comunidad ha interpuesto recurso contra la licencia de ocupación otorgada a la promotora el 24 de noviembre de 2021, en el que se denunciaba el incumplimiento de las viviendas ejecutadas, la propia licencia de obras y a las condiciones de uso y seguridad exigidas por el Plan General, dejando transcurrir el plazo que tenía para resolver el recurso y obligando a los propietarios a iniciar acciones judiciales, -lo que supondrá soportar un aumento considerable de los gastos comunitarios a la hora de hacer frente a esta desagradable anomalia- a sabiendas de que la ley le obliga a resolver el recurso en todo caso, razón por la cual con fecha 10 de enero de 2022 la comunidad presento escrito reclamando al delegado de urbanismo su obligación legal de dar respuesta a dicho recurso, sin que hasta la fecha se haya tenido noticia alguna por su parte, a pesar de que estaba obligado a cursar una contestación antes del día 24 de febrero pasado.

Resulta que para nuestro delegado de urbanismo no es problema ni incumple la legalidad que unas viviendas carezcan de la obligada ventilación hacia el exterior, le trae sin cuidado que la puerta contra incendios de dichas viviendas permanezca cerrada con llave y además haya que salvar el obstáculo de dos escalones para alcanzar la salida; hace la vista gorda ante el adelgazamiento de muros para ganar espacio a los minipisos construidos, mira al tendido ante la alteración de la fachada del edificio por parte de la promotora, le importa un comino el ruido que provocan once motores de aire acondicionado debajo mismo de los dormitorios de los antiguos propietarios, etc., etc. Sigue en sus treces diciendo que el conflicto es entre propietarios, cuando sabe con toda certeza que el ayuntamiento que representa está involucrado hasta las trancas y al final serán los jueces los que tengan la última palabra. Lo que ocurre es que a esta gente les importan un bledo las denuncias, ya que tiran con pólvora ajena y una posible condena que lleve implícito un desembolso económico les trae sin cuidado porque los euros siempre salen del castigado bolsillo del contribuyente, mientras los culpables de gestionar con negligencia la cosa pública se van de rositas.

Echando un vistazo al curriculum que tiene este edil colgado en la página web del Ayuntamiento, vemos que una de sus grandes aficiones es la de ir al cine para ver películas de thriller y dramas. Pues ahora lo tiene a güevo, señor Díaz: haga una visita al citado Edificio Sherry, y comprobará en directo y totalmente gratis el drama que vive una comunidad de más de trescientas personas a consecuencias de su nefasta gestión en el área de urbanismo.

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