Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Mentirosos maleducados

Partiendo de la base de que el control de la información asegura el poder, sea donde sea, es comprensible, pero no asumible, que quien gobierna quiera manejar esa poderosa herramienta de muy diferentes maneras. Esta semana, siguiendo la estela del discurso o argumentario del Gobierno de Pedro Sánchez, el Ayuntamiento anunciaba que su página web oficial, www.jerez.es, recogerá próximamente un apartado en el que se denunciarán bulos o, como gusta decir ahora, las 'fake news' o noticias falsas a nivel local. La decisión del equipo de Mamen Sánchez hizo saltar rápidamente las reacciones contrarias. La primera, curioso, la de Vox, un partido que juega siempre al filo de la navaja en este asunto. Y poco tiempo le faltó también al PP de Jerez para contestar al gobierno local socialista creando, a través de Nuevas Generaciones, la página 'Mamen Leaks' para denunciar los "engaños y mentiras" de la alcaldesa. Ciudadanos, muy original, habló de 'sherrybulos'. Un asunto que no hay que tomar a broma.

También se ha producido la respuesta contraria lógica de las asociaciones de la Prensa, la federación estatal y el colegio de periodistas. Pero no porque estén a favor de los bulos, evidentemente, sino por el hecho de que quien diga a los ciudadanos qué es verdad y qué es mentira sean los políticos que nos gobiernan. Esa tentación que incluso ha llevado a algunos gobernantes, como el vicepresidente Pablo Iglesias, a insultar y descalificar reiteradamente a muchos periodistas y medios de este país, como poseedor de la luz divina que señala a unos y descarta a otros, enviando el derecho a la libertad de expresión a donde a él le gustaría: al otro lado del Atlántico, por el Caribe más o menos.

La legislación española, además, tiene suficientes herramientas para desenmascarar a quienes crean y alimentan esos bulos. Ese ansia por regularlo todo en un Estado democrático como es España en el que las leyes actúan cuando se ve vulnerado un derecho o se comete un delito demuestra miedo, debilidad y obsesión enfermiza por controlar.

Por eso creo que el equipo de gobierno jerezano se ha metido en un charco que se podría haber ahorrado y más en estos tiempos, a menos que lo que se pretenda es alejar el foco de los auténticos problemas.

Las redes sociales, convertidas en ocasiones en puro fango, han espoleado la difusión de los bulos, que siempre han existido, en un mundo globalizado. Hay que combatir esas prácticas de muy diversas maneras, desde las leyes que tenemos y que son suficientes y desde la educación y formación de la sociedad. Sólo hay que leer los comentarios de muchas personas en esas redes, cómo están escritos y qué dicen, para comprobar que queda mucho camino por recorrer en ese objetivo de alcanzar la verdad sin adjetivos. Pero en lugar de corregirlo, al menos en España por motivos meramente políticos y de permanencia en el poder, seguimos perseverando en el error y se aprueban leyes de Educación sin consenso, por un voto de diferencia, que nos empobrecen culturalmente, desprecian la cultura del esfuerzo (a más cenutrios, más votos) y conducen una vez más al fracaso a un país que muchos odian.

Y esto, por desgracia, no es un bulo.

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