Mercado blanco

El tono amable con el que se da la noticia del incremento del cultivo de marihuana es significativo

Un buen amigo muy atento a la actualidad me mandó una foto de la portada del Diario de Cádiz. Rezaba: «La marihuana quintuplica su presencia en el mercado negro». Afilé mis lápices, dispuesto a escribir duramente contra esta droga dicen que blanda. Como cualquiera que tenga trato con la juventud, veo el daño que hace, y cuanta apatía produce a su alrededor, cuando no problemas psíquicos.

Que esta droga se multiplique por cinco debería crear mucha alarma social. Estamos distraídos con el escaparate de la política, y se nos quedan detrás los problemas de la polis, de la sociedad real.

Ya me había embalado, cuando mi amigo me explicó su captura de pantalla. Me la mandaba porque: «A ver si yo estoy equivocado, ¿hay un mercado blanco de marihuana?» Touché. Era un enfoque literario, completamente distinto al moralista con el que yo había empezado a escribir.

O no tan distinto, porque era un muy significativo lapsus lingue. Fui corriendo a la noticia. En efecto, se nos cuenta allí que «en los últimos años las incautaciones de plantas de cannabis en España se ha incrementado la sideral cifra de un 538%» y se nos explican los nuevos métodos de cultivo, su rentabilidad y el ingenio imparable. La noticia es exhaustiva y estricta, pero transmite, de nuevo, cierta simpatía latente hacia los «agricultores». No llega a blanquearlos, pero hay una sombra clara, en la línea de esa implícita y supuesta existencia de un «mercado blanco».

Lo que tiene un interés máximo, como detectó el instinto infalible de mi amigo, porque contra la marihuana no se podrá luchar eficazmente hasta que nos hagamos cargo de lo perjudicial que resulta. En cierto modo, hasta que no se dé la batalla contra esta droga en el «mercado blanco», esto es, concienciando a los consumidores y a la sociedad en su conjunto de sus efectos y los problemas aparejados. Mientras tanto, lo normal será que el mercado negro se quintuplique.

Hay una partida de ajedrez «sobre lo blanco y negro del camino», que decía Borges. Porque hay una ley social no escrita que establece un equilibrio entre la concepción social de una actividad y la facilidad o no de controlarla legalmente. Si en el «mercado blanco» se siguen riendo las gracias del hachís, el mercado negro seguirá el compás y guardará la simetría. Sin ponernos negros con el consumo, al final sólo quedará o la legalización o que el mercado negro se multiplique por cincuenta.

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