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Impacto cuando el diputado de Unión del Pueblo Navarro, Carlos García Adanero, afeó a Sánchez que haya llegado a presidente pactando con quienes aplaudieron y jamás repudiaron los crímenes de ETA. Se para, le mira a los ojos y le espeta: «¿Le ha merecido la pena?» Fue un gran momento parlamentario.

Contando con que hemos perdido el vuelo de la gran elocuencia del foro público. Don Emilio Castelar se nos ha quedado en una gesticulante estatua de la capital de la provincia y, en vez de voluminosas volutas verbales, los tiempos imponen el directo seco. García Adanero, que tiene cara de boxeador fajador, soltó uno impresionante en esta ocasión. Un directo con indirecta, si me permiten la voluta.

El directo es que él estaba rememorando el aniversario de un crimen de ETA que los socios de Sánchez no condenaron y lanzaba la pregunta moral de si haber pactado con ellos en Navarra y conseguido su abstención en la investidura no ha sido un precio de sangre. Es el directo a la mandíbula -siempre en fotogénica tensión- de Sánchez.

Sin embargo, eso es algo que se le ha dicho por activa y por pasiva y que la mandíbula presidencial encaja moviendo como mucho una ceja con suficiencia. ¿Dónde está, pues, la indirecta de impresión? Está en el momento. García Adanero hace la pregunta en la hora más negra del presidente, con decenas de miles de muertos y con una economía destrozada, y entonces resuena en el eco del Congreso semivacío como si ya no preguntase por la cuestión moral que, en su caso, para Sánchez, quedó atrás, amortizada o amortajada. La pregunta se dirige contra el más puro y sanchesco utilitarismo.

La potencia de la pregunta es si ahora, en la terrible encrucijada de una gestión que ya ha sido un fracaso terrible en víctimas, en contagios, en comunicación política, en consecuencias económicas y en prestigio internacional, ¿mereció la pena? El diputado de UPN parecía decir: «Para pasearse en el Falcon y para hacer leyes muy pintureras contra los piropos, ya sabemos que a su persona le había merecido la pena, pero ni eso tan barato por lo que usted cruzó la línea roja de pactar con Bildu, va a tener». La pregunta sobre la pena merecida o no salta a otra dimensión.

Si García Adanero hizo toda esta argumentación ética o se dejó llevar por su instinto de parlamentario, yo no lo sé, y no importa. El efecto fue ése. Por eso sonaron tanto y aún resuenan esas cinco palabras.

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