EL Gobierno se propuso expresamente alcanzar el pacto social con empresarios y sindicatos horas antes de la visita oficial a España de la canciller de Alemania, Angela Merkel, que se produjo ayer. Y logró lo que en última instancia buscaba: el aval de Merkel a las reformas emprendidas en los últimos meses, tras el viraje experimentado en mayo por el presidente Zapatero. La jefa del Gobierno alemán respaldó el cambio de rumbo del Ejecutivo español, sobre todo por la reforma del sistema de pensiones y la restauración de un clima de consenso social que se había perdido y por el acelerón que se imprimió días atrás a la reforma de las cajas de ahorros, en vías de transformarse en bancos para operar mejor en los mercados financieros. De este modo, la que podía haber sido una cumbre más entre delegaciones de alto nivel de dos naciones amigas y aliadas se convirtió en el marco de un examen que el país más poderoso e influyente de Europa hacía de la potencia mediana que está sufriendo la crisis con consecuencias sociales más negativas y con menos determinación, hasta ahora, para combatirla. De las palabras de Angela Merkel se deduce que España se ha abonado a realizar los cambios que se le demandaban para devolver la confianza de los agentes económicos internacionales y que son requisito previo de la ansiada reactivación económica. Por otra parte, el Gobierno filtró ayer el contenido de la carta remitida a Zapatero por el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, igualmente elogiosa para su nuevo espíritu reformador. En resumidas cuentas, el llamado Directorio europeo, que conforman Berlín y París, ha manifestado su apoyo a las reformas de Zapatero e incluso le demanda nuevas manifestaciones de adhesión a la política que han decidido como necesaria para sacar a Europa de la crisis. La última se refiere a la desvinculación de los salarios de la inflación prevista, vigente en España desde hace muchos años. Poner los salarios al amparo de la productividad de cada empresa puede ser la próxima reforma.

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