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Messi ayuda

Sus lágrimas sinceras no curan toda la tramoya identitaria construida en torno al "procés"

Ha coincidido con el aumento de la pandemia y lo que se va sabiendo sobre la España multinivel, el edificio que quieren hacer con áticos con piscina, pisos de varia superficie y ventanas a la calle o al patio interior. Libres e iguales fue un lema, una aspiración y un sueño que hemos sido incapaces de construir en España. Ya no se trata de tratar "desigualmente" a los desiguales, que es una definición de la igualdad, sino de esto por lo que pujan los que pretenden una "bilateralidad" y el bloqueo de los desniveles. Siempre para delante, ni un paso atrás. Cada conquista, un bloqueo, un para siempre. Le llaman "competencias", estatutarias, naturalmente. Vamos sumando competencias y construyendo la nación-estado que no ha existido nunca. Se llama "deconstruir" pero sin tocar a las pensiones, lo que será inviable pero cuando lo sea habremos llegado tarde. Vuelve Sísifo pero es Messi el que ha acudido en ayuda de todo esto. Sus lágrimas sinceras no curan la melancolía de miles y miles de aficionados y toda la tramoya identitaria construida en torno al "procés", dicho con un sonido intermedio entre la o y la u, que tampoco existe en nuestro español hablado. Los triunfos del Barça durante el período Messi eran la "prueba" palmaria del triunfo del "procés". No así pero un poco sí es la tesis de Arcadi Espada en su Contra Catalunya. Entonces, ahora, qué. Más que menos explícitamente han culpado a "España" en la persona de Javier Tebas, presidente de la Liga, de la "salida" de Messi. Aunque ha empeorado el asunto el mejor jugador del mundo, la prueba de que el "procés" era imposible, con su declaración de renuncia al 50% de su "ficha". O sea, en parte era un asunto de dinero. Porque ni el 50% menos de ficha puede asumir el Club, con una deuda, hemos sabido, superior a los mil millones de euros. En paralelo, ¿se ha calculado qué deuda ha generado el procés a Cataluña? Messi dio títulos pero también puso al club, de alguna manera, en este callejón sin salida al que su actual presidente, el independentista Laporta, se ha visto obligado a enfrentar. La construcción nacional también no era más que un club. Finalmente un club es un club y una idea enloquecida es una idea enloquecida. En otro tiempo costó mucha sangre y hoy -algo hemos avanzado- ha costado mucho dinero. Y de nuevo la frustración de algunos y el negocio de otros. El domingo no jugó Messi en el Camp Nou, las gradas mermadas por el Covid-19 empezaron a vivir el tiempo de la desolación de las despedidas. La vida sigue igual

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