Mil rayas

La paradoja del Diario es: cada mañana juntas la más larga tradición familiar y la más rabiosa actualidad

Rajoy ha sido un broche de oro de la celebración del 150 aniversario del Diario de Cádiz. Se abrió por todo lo alto, con la visita de Felipe VI, y ha terminado en consonancia. Muy bien. La longevidad de nuestro periódico lo merece y se agradece que los altos poderes del Estado sean sensibles al mérito.

En los discursos se cargan las tintas (nunca mejor dicho) sobre la libertad de prensa, pero hay más cosas que celebrar. La libertad de opinión existe, felizmente, en todas partes y multiplicada por las redes sociales. ¿Demasiado? No, no, Dios me libre; aunque tampoco está mal recordar que junto a la libertad de decir lo que se piensa está la responsabilidad de pensar lo que se dice. S. J. Lec la suplica: "¡No os dejéis imponer la libertad de expresión antes que la de pensamiento!"

En este sentido, un viejo periódico es una garantía. La paradoja es estupenda: cada mañana juntas la más larga tradición familiar y la más rabiosa actualidad. Que una bodega cumpla dos siglos es casi natural: va en el producto. En un periódico, el contraste sirve para contrastar las últimas noticias con la perspectiva de haber pasado por los siglos, que deja un poso de responsabilidad.

No es el único plus que aporta un diario a la libertad de expresión que florece feraz por doquier. Arcadi Espada insiste en que, al ir todas las noticias jerarquizadas en su espacio, el periódico ofrece a la vez un orden del mundo. Los tuits, francotiradores de la opinión, no lo abarcan y otros medios sin papel, más fluidos, lo diluyen.

Aquí aparecen las mil rayas en las que hoy me quiero fijar y que no son las del traje diplomático de nadie. Son las rayitas que en el periódico separan unas noticias y unas columnas de otras. Elegantísimas, mantienen el equilibrio entre distinguir para que no todo sea una masa informe y no parcelar la página ni la visión del conjunto. En ese traje mil rayas está el valor de la prensa. No tanto entrelíneas, como cuando hay censura, sino en las líneas, porque hay complejidad.

Para esto, la visita de Rajoy ha sido paradigmática, llena de mil rayas. Político que no viene como político, sino como presidente, aunque haciendo política. Celebra un periódico que le ha criticado…, y celebrado otras cosas, y lo agradece todo, porque también él sabe lo de las líneas. Matices, distancias, diferencias, espacios y tiempos, juntos, pero jamás revueltos. O sea, la reflexión, el pensamiento.

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