Cuarto de Muestras

Minirevolución cósmica

Lo que no me dejaba dormir era la inminente revolución que se iba a producir en España

Con un gobierno tan galáctico le pregunté a mi marido si veía prudente irme de fin de semana, así como así, sin tele, sin móvil, sin internet, sin marido mismo. Es lo que tiene escaparse un viernes por la tarde con un par de amigas lejos del mundanal ruido, que puede cambiar el curso de la historia y tu ni te enteras. Hay que ser un tanto despreocupada y yo nací con agobios. Vete, vete tranquila que si pasa algo revolucionario yo te informo a la vuelta, me dijo frotándose las manos, no porque le guste mucho contar revoluciones sino porque sólo me voy por libre un fin de semana al año. El deber conyugal y la ausencia de revoluciones personales me tienen varada en la dulce rutina matrimonial. A su "tened cuidado" yo le respondí con los ojos entrecerrados "no dejes de leer los periódicos para que me cuentes a la vuelta". Nos besamos tímidamente como en las películas y cogí camino. Hasta creí escuchar una banda sonora cuando cerraba la puerta de casa.

Como una suele torturarse con las ideas más insospechadas, comencé a darle vueltas a la cabeza enseguida. No me tenía que haber ido, en este momento crucial no. Llevábamos lecturas y conversación para no tener que volver nunca, pero mi cabeza no paraba de darle vueltas a lo mismo. Soy una irresponsable. ¿Cómo he podido quitarme de en medio justo ahora? La preocupación no era por mi marido que entre sus amigos y la nevera aprovisionada se busca la vida divinamente. Lo que no me dejaba dormir era la inminente revolución que se iba a producir en España y de la que apenas tenía noticias por unos titulares aparecidos unos días atrás: "El gobierno estudia bajar el IVA de productos de higiene íntima femenina por razones de discriminación". Las compresas y tampones bajan de precio, decía otro titular más explícito. Golpe a la tasa rosa, ponía en negrilla el más sensacionalista. Encima va la ministra de Hacienda y lo explica: no se puede gravar a la mujer por el hecho de ser mujer. No me digan que pueden leer una noticia de esta envergadura y quedarse tan panchos y tan ranchos.

El caso es que durante el fin de semana tuve tiempo de madurar, de echar de menos a mi marido y de volverme reaccionaria. Si bajan el IVA de las compresas y tampones, deberían de bajar el de las cuchillas, brochas y espumas de afeitar para no discriminar al género masculino que ha nacido con la maldición de tenerse que afeitar, en el mejor de los casos, día sí, día no. ¿No creen?

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